Imagen del homenaje a Amina y Sudiq en Zumaia Lobo Altuna
Sexta parte y (quizá) fin de la historia

Amina, Sudiqa (y Mariom) y el rifle de Dersu Uzala

Lunes, 11 de noviembre 2019

… aquellos nuevos mundos, a diferencia de los anteriores conocidos ya no tenían fronteras, era como si la cima del Mangilik Sar se hubiera tornado umbral mágico, capaz de transportar a Amina, a Sudiqa y a Mariom, no solo a los paisajes cercanos, de ... los informativos locales, de las escuelas del Baltistán, de la universidad de Skardú…, sino también hasta parajes lejanos como Madrid, Zaragoza, Tenerife, Bilbao… Por primera vez en sus vidas iban a ver el mar y tantas otras cosas desconocidas. Iban a continuar su formación alpina con Miriam Marco, su guía, maestra y cómplice en sus montañas. Las tres tenían abiertas las puertas para su progresión en todo tipo de espacios y paisajes futuros, todo era fantástico (digo yo, aunque vaya usted a saber)… hasta que un chorro helado de realidad acabó con los sueños de Mariom. Simplemente, su padre no consideró oportuno que ella saliera de Hushé. Fue como constatar la gigantesca disparidad entre dos mundos que, en realidad se encuentran en el mismo. Dos escenarios diferentes que albergan términos casi idénticos, dos nombres propios que son el mismo: Miriam y Mariom. Pero con qué diferentes consecuencias...

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¿Cuál pudo ser el sentimiento de Mariom al perderse el que, con toda probabilidad, el que hubiera sido único viaje de su vida? ¿Cómo imaginar lo que, para Amina y Sudiqa, supuso aquel viaje de dos meses, su «verano del 2019»? Gracias al Mangilik Sar montaron en vehículos y comieron sentadas en mesas por primera vez en sus vidas. Vieron paisajes distintos, montañas «muy pequeñitas» que ni siquiera tenían glaciares, como los Pirineos o el Teide, pico al que subieron «demasiado despacio» en una jornada desde la playa; vivieron en ciudades enormes con casas muy altas, y llegaron a tocar un océano inmenso en cuyas orillas de arena había «personas tan pobres que ni siquiera tenían ropa para cubrirse». Les encantó el pescado, la sopa de pescado, la tortilla de patatas… sobre sus cabezas -que nunca descubrieron- cayeron mimos, afectos y regalos de centenares de desconocidos, navegaron por las aguas de Zumaia y allí las «embarcaron» –y agotaron- en la aventura de correr (ellas jamás lo habían hecho) por montañas que nunca se separaban del mar en la bellísima Carrera del Flysch. ¿Qué pensarían de todos esos centenares de personas que corrían como posesos, sin motivo alguno por los alrededores de Zumaia? ¿De los miles que las animaban durante todo el recorrido? ¿De los versos y el aurresku de honor que les dedicaron antes de dar salida a la carrera? Y, sobre todo, ¿cómo les afectaría todo lo vivido por aquí para el resto de sus días?

Poco antes de su regreso a Pakistán, Amina, de 19 años, confesaba no tener prisa en volver a casa, y sentirse «muy agradecida a todos, pero en especial a su padre», Hanif, por haber impulsado y no evitado este viaje para ellas. Añadía que «quería seguir estudiando, ir a la universidad, aprender a hablar castellano. Y que no quería tener hijos». Sudiqa, con 16, deseaba que el tiempo pasara rápido para regresar cuanto antes, a pesar de que le parecía que «España era un paraíso para las mujeres».

Yo, especialmente aquellos últimos días de su viaje pensaba todo el rato en Dersu Uzala, el personaje creado por Kurosawa. Y en su amigo el capitán Arséniev, que invita a su querido cazador y guía a su casa en la ciudad de Jabárovsk… hasta que este decide volver a la taiga. Y en el rifle con que el militar obsequia a Dersu como regalo de despedida. Un rifle dotado de una potente mira telescópica que, espera el capitán, le ayude a compensar sus ya mermadas facultades para poder seguir cobrándose presas en los bosques siberianos. El mismo rifle que, convertido en objeto de deseo de ladrones sin escrúpulos desencadena, días más tarde, la muerte del entrañable Dersu. Sigo preguntándome qué demontres llevó a un buen musulmán, como Karim, a estimular las andanzas de sus nietas. Y no se me ocurre otra explicación que les quiere tanto que quiere que sean libres.

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