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Hubo un tiempo en el que solo se escalaba para alcanzar la cima de una montaña… Hoy en día, la especialización ha convertido el ejercicio de escalar en una explosión de actividades que apenas mantienen un nexo de unión: la verticalidad. La escalada deportiva ... es, en la actualidad, la especialidad más popular, extendida y practicada, tanto que será olímpica por vez primera en los próximos Juegos de 2020, en Tokio.
Pero también se escala en hielo, grandes paredes de roca, rutas alpinas de mixto (hielo y roca), en artificial, se practica el bloque, se escala en rocódromos, se practica el dry tooling… y cada una de estas formas de entender la escalada tiene sus propios grados de dificultad. Una verdadera ensalada de cifras y letras en la que resulta sencillo perder las referencias.
Pero si nos centramos únicamente en la escalada deportiva, el asunto de los grados de dificultad se simplifica notablemente… o no, puesto que existen diferentes graduaciones, escalas de dificultad que varían en función de en qué parte del planeta escalemos. Para aclarar el panorama, existen tablas de conversión de grados para saber a qué atenernos cuando nos plantamos a los pies de una vía.
En Europa se atiende al grado francés, que arranca en el grado I y ya ha alcanzado el 9c. De manera genérica, se considera que la escalada propiamente dicha empieza en el cuarto grado: hasta esa dificultad, se puede hablar de 'trepada', donde aún es posible prescindir de la cuerda (no todos los públicos). El cuarto y quinto grado puede subdividirse de dos maneras: añadiendo un plus como grado intermedio entre uno y otro (hablaríamos de 4, 4+ y 5), o con las tres primeras letras del abecedario (4a, 4b y 4c; 5a, 5b y 5c), aunque ésta última graduación es infrecuente.
Sin embargo, a partir del sexto grado, las tres primeras letras del abecedario son fijas y a estas se añaden tres grados más intermedios señalados con un plus (6 a, 6 a+, 6 b, 6 b+, 6 c, 6 c+ y, de aquí, saltamos al 7 a y se mantiene idéntica progresión hasta el límite humano fijado de momento en el 9 c). Aunque cada vez son más largas, las vías de escalada deportiva no suelen exceder una altura de 40 metros.
Si bien es cierto que desde principios del siglo XX existen registros de escaladas en libre, es decir, progresar con pies y manos en la roca sin agarrarse a los seguros, la historia de la escalada deportiva tal y como se practica en la actualidad es mucho más joven y el concepto de 'encadenar', es decir, alcanzar el descuelgue sin haber tirado de los seguros, ni haberse colgado de la cuerda para reposar es aún joven.
Una de las fechas clave en la historia de la escalada deportiva es el año 1975: el alemán Kurt Albert empieza a pintar un pequeño punto rojo en la base de las vías que lograba escalar sin caídas, agarrarse a los seguros o reposar de ellos. Sin desearlo realmente, sienta las bases de una revolución: es la génesis de la escalada deportiva cuyo epicentro se va a situar, desde 1980 en Francia, con la llegada de las competiciones de escalada y el equipamiento de vías con seguros de expansión.
A menudo, los que se inician en el mundo de la escalada se preguntan quién decide qué grado otorgar a una vía: no existe un organismo oficial al respecto, sino que estos grados se fijan por consenso de un puñado de escaladores a propuesta del que ha equipado la vía. Por supuesto, siempre existe un componente subjetivo en la apreciación, por todos es sabido que existen escuelas donde el grado es mucho más severo que en otras. En escalada, el grado siempre es orientativo y no es lo mismo un 6a de placa que uno desplomado, uno de fisura que uno de adherencia…
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