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En 2003, una expedición militar de Kazajistán desembarcó en el campo base del Nanga Parbat. Todos sus componentes eran excelentes alpinistas aunque desconocidos salvo para los muy entendidos. Entre ellos, un tal Denis Urubko (amén de Maxut Zumayev y Vassily Pivtsov). Vestían modestos chándals ... del ejército con los que completaron la aproximación hasta el campo base, y unas zapatillas básicas que, en el caso de Urubko eran demasiado pequeñas: realizó los 4 días de acercamiento con sus zapatillas en modo chancla. No pareció importarle casi nada. En ese campo base le aguardaba su amigo Simone Moro, y allí mismo la pareja diseño un compromiso fructífero de colaboración.
Por aquel entonces, Urubko cobraba el equivalente de 50 dólares mensuales, pero de la mano de Moro, sus chaquetas se llenaron de logotipos de patocinadores. Pronto abrazó el profesionalismo y disparó su brillante carrera en las montañas más elevadas del planeta. Hace escasos días, a los 46 años de edad, acaba de anunciar su retirada. No desea abrazar más el compromiso inherente a este tipo de actividades. Como todos los de su clase, se considera un superviviente y no tiene ganas de seguir tentando la suerte.
Cuando un jugador famoso de baloncesto deja su deporte, su club retira su dorsal, lo cuelga bien visible en su pabellón de juego. Cuando lo hace un futbolista, recibe una insignia. Cuando un gran alpinista cuelga los crampones, el mundillo celebra su gesto con un suspiro de alivio. Lo más frecuente es que la muerte certifique de manera brutal el final de una carrera. Los ejemplos son interminables, cercanos y lejanos en el tiempo.
Para adjudicarse en 2009 la lista de los 14 'ochomiles' del planeta, Urubko no escogió el camino trillado. Por supuesto, nunca usó oxígeno ni porteadores de altura, pero sí mucha imaginación y determinación: firmó nuevas vías en el Broad Peak, Manaslu, Cho Oyu, Lhotse y Gasherbrum II (las dos últimas en solitario), así como una nueva variante al Kangchenjunga. Sin embargo, el gran público retendrá las primeras invernales en el Makalu y el Gasherbrum II junto a Moro. Especial atención merece, con todo, el primer ascenso de la cara sur del Broad Peak junto a Sergei Samoilov. Fue en 2005 y en estilo alpino: tuvieron éxito allí donde renunciaron leyendas del alpinismo como Jerzy Kukuczka, Krzysztof Wielicki o Voytek Kurtyka. En 2009, en la cara sureste del Cho Oyu Urubko y Boris Dedeshko estrenaron en estilo alpino con elevadas dificultades técnicas que les valió el Piolet d´Or 2010, galardón que se suma a los Piolets d´Or asiáticas logrados en 2006, 2009 y 2011).
De carácter rebelde y verbo afilado, Urubko se ha dejado por el camino la amistad que le unía a Simone Moro y muchos no entienden aún por qué se empeñó en narrar en las redes sociales su desencuentro con Krzysztof Wielicki durante la expedición polaca que en 2018 pretendía conquistar en invierno el K-2, una historia narrada posteriormente de principio a fin en un documental. El grupo polaco nunca entendió que Urubko dejase de trabajar en equipo para buscar la cima en solitario. Un éxito le hubiese dado la razón, pero su renuncia seguramente le dejó en evidencia.
Pese a esto, conviene olvidar su lado humano, el mismo que le permitió participar en los rescates de Jean Christophe Lafaille, en el 2003 (Broad Peak), Iñaki Ochoa de Olaza, en 2008 (Annapurna) y el milagroso encuentro en el Nanga Parbat invernal de Elisabeth Révol (2018), acompañado por Adam Bielecki. Solo estos gestos merecen una reverencia del público.
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