El año más trágico de los Pirineos

Esta cantidad de decesos en el Pirineo oscense, el más concurrido por los vizcaínos y el que tiene las cumbres más altas de toda la cordillera, ha hecho saltar todas las alarmas a las instituciones, clubes de montaña y cuerpos de seguridad. La cifra es alarmante: en lo que va de 2024 en Huesca han fallecido más personas en accidentes en alta montaña que en la carretera, donde la cantidad de decesos es de ocho.

El subteniente jefe del Grupo Especial de Intervención en Montaña (Greim) de la Guardia Civil en Huesca, Jesús Guillén, explica que no existe un solo factor que explique este aumento de los accidentes, sino que se debe a una combinación de causas. Ahora bien, matiza que este año sí que se ha dado una situación que no ocurría los anteriores. Una inesperada nevada a mediados de mayo rebajó la cota de nieve hasta los 1.600 metros y tiñó de blanco todos los macizos de la cordillera.

Esta situación ha derivado en que, según señala la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), a más de 2.000 metros de altitud se puedan encontrar capas de nieve de más de un metro. «A los montañistas les falta información y se encuentran situaciones de riesgo sin el material necesario para afrontarlas», explica el subteniente Guillén, para después matizar que el número de rescates se ha disparado en un 15% durante este año.

El Greim se ha visto obligado a intervenir en 326 situaciones durante este año, por lo que todo indica que se superarán «de forma amplia» los 534 del curso pasado. El anterior fin de semana, de hecho, fue uno de los más intensos del verano y se contabilizaron 14 rescates, la mayoría por torceduras en el tobillo y fracturas en la pierna.

La inesperada nevada también ha supuesto, por lo tanto, que el Pirineo viva su deshielo más tardío en los últimos cinco años. El último parte de nieve publicado por la Confederación Hidrográfica del Ebro desvela que los ríos Aragón, Gallego, Ara y Cinca tienen sus caudal en el máximo del último lustro por estas fechas.

El incremento de la cantidad de agua de los ríos deriva, de forma inevitable, en que aumente la peligrosidad de las actividades que se realizan en ellos como el barranquismo. «Este año bajan con mucha más agua y potencia, por lo que es necesario más material y más precaución», asegura Guillén. El mes pasado, de hecho, un hombre murió en el río Ara tras lanzarse al agua para auxiliar a su sobrino a quien arrastraba la corriente y un surfista perdió la vida en el embalse de Barasona.

Como telón de fondo del aumento de la peligrosidad en la alta por montaña por las consecuencias de la nevada de mayo, emerge una tendencia latente desde el final de la pandemia en la que cada vez más personas sin experiencia acuden al Pirineo. Esta misma semana, de hecho, se ha viralizado un vídeo en el que un montañero desciende el glaciar del Aneto con la única ayuda de un piolet, pero sin el resto del material necesario. Ni crampones, ni guantes, ni gafas de sol, ni pantalón largo, ni mochila. La Guardia Civil, de hecho, ha aprovechado para concienciar sobre cómo no debe recorrerse un pico de estas características.

«Hace falta que la ciudadanía aprenda a subir al monte», explica Alberto Cardoso, responsable de Seguridad de la Federación Vizcaína de Montaña. «Las redes sociales viralizan lugares a los que es complicado acceder y la información sobre las condiciones de los macizos se busca antes en foros de internet que en los clubes de montaña», añade Cardoso para después sintetizarlo con una simple metáfora: «Es como si solo por saber nadar, pensáramos que podemos bañarnos con tiburones». Es por ello que pone en valor la importancia de una buena formación.

El discurso es el mismo que el de José Ángel Sánchez, guarda de los refugios de Barchimaña y Casa de Piedra, en el valle de Tena. «Desde la pandemia, esto se ha masificado», dice para enfatizar la necesidad de invertir en prevención. Para él un ejemplo de buenas prácticas es lo que se está haciendo en la oficina de turismo de Benasque. «Dan charlas todos los días sobre cómo se sube al Aneto. Explican qué material hay que llevar, la ruta y las condiciones meteorológicas. Han conseguido reducir el número de accidentes».

Sánchez explica que él mismo tuvo que salir hace unas semanas a rescatar a un montañero que se había perdido por la noche. «Me envió las coordenadas la Guardia Civil y marché a por él, me lo encontré desorientado, pero le di agua, comida, un frontal y conseguimos volver», añade. Está acostumbrado a acudir a estas llamadas de socorro, aunque matiza que solo ocurren en verano. «En invierno, aunque la montaña es más peligrosa, quienes vienen al Pirineo lo hacen más preparados».