María y sus hermanos, en el bar de La Arboleda donde se repartieron dos vigésimos del Gordo.Fotos de Amado para el semanario 'Ahora' (Biblioteca Nacional de España)
El Gordo de 1933 en Bilbao, repartido entre ferroviarios, marinos, mineros...
Sorteo de Navidad. ·
Aquel año cayeron 15 millones de pesetas en la capital vizcaína: los agraciados permiten hacer un recorrido por la sociedad de la época, aunque también hubo historias tristes, como la del obrero que había vendido sus participaciones para comprar tabaco
Disponemos de toda una galería de retratos de los vizcaínos a los que les tocó el Gordo de Navidad en 1933, pero que nadie espere ... gestos exagerados de alegría, brincos en corro ni desenfrenada lluvia de espuma. No es que no tuviesen con qué celebrarlo, porque en aquellas páginas de periódico se anunciaban el Champán Lumen, de Bodegas Bilbaínas, y el mismísimo Codorníu («el vino clásico de las fiestas, criado por el famoso método champañés»), pero era aquel un tiempo en el que aún se imponía el comedimiento cuando había una cámara delante, porque la fotografía seguía siendo una cosa muy seria. Así que nuestros ganadores de hace 91 años salen contentos, sí, quizá con una sonrisita de satisfacción, pero tremendamente formales.
También es verdad que el premio estaba tan repartido que a pocos les solucionaba la vida. Y además, como suele ocurrir, los que más ganaban eran los que más jugaban y los que más jugaban eran los que más tenían. Pero, en cualquier caso, aquella jornada fue una fiesta en Bilbao, donde ya se habían resignado a tener mala suerte con el sorteo de Navidad: a la capital vizcaína le había caído el Gordo en una de las primeras ediciones, la tercera, en 1814, y después vino un periodo de larguísima sequía que solo remitió en 1908, cuando seis millones de pesetas pasaron por aquí aunque se escaparon en su mayor parte hacia México, ya que fueron a manos de dos emigrantes en el país americano. Pero, en 1933, la administracion Azcarreta había vendido una serie del 7.139, el número afortunado, y en esta ocasión la fuga de capitales fue más moderada. Los detallados reportajes de la jornada y las imágenes publicadas por el semanario 'Ahora' nos permiten emprender un pequeño viaje por la sociología bilbaína del momento.
Un grupo de trabajadores del ferrocarril de Lezama agraciados con el Gordo. En las otras dos fotografías, tres premiados: Florencio Hernáez, Basilio Fuentes y Florentino Fernández.
Amado/Ahora/Biblioteca Nacional de España
Entonces las series no se dividían en diez décimos, sino en veinte vigésimos, y el lotero Eusebio Azcarreta desveló a los periodistas que la mitad (es decir, diez vigésimos, esto parece un ejercicio de matemáticas) se había repartido entre el personal del ferrocarril de Lezama. «Ya se pueden ustedes suponer la animación que había en estas oficinas», relataba el reportero de 'El Pueblo Vasco', que había salido a patearse las calles en busca de agraciados. El número había sido adquirido por el cajero de la compañía, Juan Carlos Basterra: «En su semblante se reflejaba la satisfacción del momento. ¡Y eso que el número les pareció feo a muchos cuando se hicieron las participaciones!», decía la crónica, fiel a los tópicos eternos de la lotería. El director de la empresa, Calixto Lecube, confeccionó para el periodista una lista pormenorizada con lo que jugaba cada trabajador.
Atiborrado de participaciones
Los quince miembros del consejo tenían participaciones de 25 pesetas y les correspondían, por tanto, 187.500 a cada uno. La propia compañía se había quedado con veinte duros, un vigésimo íntegro, premiado con 750.000 pesetas. Y a partir de ahí se desgranaba una interminable lista de nombres y cargos con su porción mayor o menor de suerte.
Por ejemplo, jugaban diez pesetas el factor Juan Fernández; los jefes de las estaciones del Matadero y Sondika, Gregorio Elorriaga y Ángel Llona; el conductor Cándido Orbe o varios familiares del director Lecube, que obtenían 75.000 pesetas. Se habían quedado con cinco los guardaagujas Bernardo Lopategui y Anselmo Bilbao, el vigilante nocturno Santiago Zárate, el ordenanza Florencio Hernáez o las expendedoras Carmen Salazar y Carmen Esturo, que recibirían 37.500 pesetas. Y había, en fin, unos cuantos que solo llevaban una, dos o tres pesetas y tenían que conformarse con ganancias más exiguas. «En la estación de Lezama, el público comentaba con júbilo la noticia. Y, al llegar uno de los trenes, el de las doce, fue recibido con gritos de alegría».
¿Y qué hay de los demás vigésimos? Tres se fueron al establecimiento de ultramarinos y suministros de barcos de Aquilino Barturen, en la calle Viuda de Epalza. «En esta casa surtimos a muchos mayordomos de buques, que nos hacen encargos de lotería de Navidad», explicaba el hijo del comerciante al enviado de 'El Noticiero Bilbaíno'. Uno de esos vigésimos se lo habían enviado a Castro al mayordomo del vapor Artiba-Mendi, cuando estaba fondeado allí, y los otros dos habían viajado a Inglaterra, sin que los Barturen, que solo se habían quedado una participación de cinco pesetas, aportasen más detalles.
Otros dos vigésimos habían acabado en La Arboleda y estaban «distribuidos entre unas cuarenta personas, todas ellas humildes». En el barrio minero, el intermediario de la fortuna fue Antonino Suescun, propietario de un establecimiento cercano al frontón. La participación de más valor la llevaba el novio de la hija del propio Antonino, un joven que estaba haciendo la mili en Ceuta, pero había un montón de vecinos que jugaban una, dos, tres o incluso cinco pesetas. 'El Pueblo Vasco' recogía que un operario ya se había despedido de la empresa: «Se trata de un trabajador de setenta años, a quien le han correspondido siete mil quinientos duros». También citaba, como contrapunto de tanta felicidad colectiva, al comerciante Crispín Merino, tan «atiborrado de pequeñas participaciones» que había rechazado una que le ofrecieron del 7.139; y al obrero Ceferino Arnaiz, que llevaba dos pesetas del número premiado pero «las cedió días pasados a cambio del importe en metálico para comprarse tabaco».
Jugando al parchís
Los empleados de la fábrica de alpargatas de Retuerto se habían repartido un vigésimo. Otro estaba depositado en el Banco de Vizcaya: lo había comprado la propia entidad por encargo de Domingo Trueba, vecino de Chihuahua, así que también esta vez hubo derivación mexicana del Gordo. Y, en fin, aún se localizó uno más, propiedad de Tomás Navarro, zaragozano residente en Madrid y radiotelegrafista del vapor Cabo Creus, que lo había comprado a su paso por Bilbao.
A Tomás le sorprendió la noticia de su buena suerte en un bar del Musel, en Gijón, jugando una partida de parchís. «Cuando entró un muchacho con un apunte de los números premiados y le oyó que decía que el 7.139 había sido premiado con el gordo, echó mano a la cartera y comprobó que el vigésimo que llevaba era el primer premio (...). Guardó el vigésimo en la cartera y continuó tranquilamente jugando con sus compañeros», relataron los periodistas asturianos. El radiotelegrafista explicó a los reporteros que llevaba quince años sin pasar la Navidad con su familia y que su plan era presentar la dimisión en cuanto el barco llegase a Bilbao.
Juan Carlos Basterra, en el centro de la foto grande, compró la lotería de los ferroviarios. Alfonsa y Teresa jugaban cuatro pesetas. El comerciante Barturen, que adquirió tres vigésimos por encargo.
Amado/Ahora/Biblioteca Nacional de España
Hay que decir que Tomás era un gran aficionado a la lotería -tanto, que en 1932 había acumulado 15.000 pesetas en premios- y que entre la tripulación había adquirido fama de suertudo. De hecho, se había encargado de comprar la lotería que jugaban entre todos, pero para eso había elegido otro número.
Al final, de los veinte vigésimos del primer premio vendidos en Azcarreta, se pagaron en Bilbao dieciséis. Ese dato se conoce porque apareció publicado en la prensa, de una manera que en la actualidad se nos antoja insólita: «Hoy por la mañana, de once a once y media, se abonarán en la Delegación de Hacienda 12 millones de pesetas, correspondientes a 16 vigésimos del billete número 7.139», anunciaba 'El Noticiero'. Eso sí, la noticia concluía con una puntualización importante. «Con motivo de este pago, se establecerá servicio especial de vigilancia».
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