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DANIEL ORTIZ
Lunes, 12 de diciembre 2016, 00:38
Kirmen Uribe (Ondarroa, 1970) se ha convertido, por méritos propios, en uno de los principales embajadores del euskera en el resto del mundo. En 2008 ganó el Premio Nacional de Narrativa con Bilbao-New York-Bilbao y ahora vuelve a buscar en las raíces de su tierra para narrar la posguerra y el exilio vasco durante la dictadura franquista. Pasado mañana presenta en Logroño La hora de despertarnos juntos, en el Espacio Santos Ochoa a las 19:30 horas.
Relata una historia que emerge de los exiliados vascos durante la guerra civil y el franquismo, pero desde el punto de vista de una mujer. ¿Cree que tiene una deuda la Historia con esos cientos de heroínas que aún viven en el anonimato?
Sin duda. Quería que el centro de la novela fuese una mujer. El gran personaje de la novela es Karmele Urresti, una mujer independiente que con tan solo 22 años (y estamos hablando del año 1937) tenía ya un trabajo como enfermera. Cuando estalla la Guerra Civil se tiene que exiliar a París y allí conoce al que va a ser su marido, Txomin Letamendi, un músico que había tocado con Ravel y Rubinstein y, cuando se queda embarazada, decide tener a la hija ella sola. Luego viene la huida a Caracas y cómo Txomin es reclutado para los servicios secretos vascos bajo mando de la CIA y ella lo acompaña de vuelta a Bilbao, en plena II Guerra Mundial... Fue una mujer que siempre decidió por su vida. En los años 50 sufrirá un segundo exilio, esta vez económico, y volverá a Venezuela sola, viuda, dejando a sus hijos solos con sus abuelos... Era una mujer de una fortaleza increíble.
¿Tuvo que pensárselo dos veces antes de lanzarse a escribir una historia sobre la guerra y la represión, con el consecuente temor de algunos editores por no abrir heridas?
En el Hay Festival de Arequipa tuve la suerte de escuchar a Alessandro Baricco y contó que él nunca se queda en la ultima estación, sino que le gusta llegar a lo más hondo de las historias. Creo que yo también soy un poco así. Si la historia lo exige, voy hasta el fondo. Me he documentado muchísimo para la novela y los acontecimientos que se cuentan sucedieron como aparecen. Aunque no hay juicios de valor, se cuenta todo de manera objetiva. Lo que quería era relatar de qué manera la Historia condicionó la vida de toda una generación que creyó en las libertades y la democracia pero que luego cayó en el olvido. Ese momento fue como un match-point. El lector de la novela incluso llega a creer que la dictadura no sobrevivirá al final de la II Guerra Mundial, tal es la lucha de la resistencia, pero luego llegó la Guerra Fría y nada cambia. Pero me gusta pensar que la Historia pudo haber sido de otra manera.
El día menos pensado celebraremos el Día de Acción de Gracias pero parece que nos da pudor repasar lo que ocurrió en España hace ya 80 años.
Creo que es un ejercicio necesario y sano que, por otro lado, se hace en todos los países del mundo. No se trata de abrir heridas sino de contar lo que pasó. Hacer justicia a las víctimas, reconocerlas, que fueron miles. Se sabe muy poco de lo que pasó aquí en los 40 y en los 50 y la novela viene a dar luz sobre todo aquello.
En el caso de esta novela, las musas manaron de un cuadro de los años 20.
La novela comienza con la descripción de un lienzo de Antonio de Guezala, Noche de artistas en Ibaigane que está en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Es una fiesta de los años 20, en la que aparece la burguesía del momento junto a artistas y hay un grupo de jazz tocando al fondo. La escena es nocturna y urbana y resulta que el trompetista de la banda de jazz era Letamendi. En aquel momento de felicidad, ellos ni se daban cuenta de lo que les ocurriría poco tiempo después: la Guerra, el exilio Es algo que me da miedo ahora mismo; los nuevos populismos, Trump, las políticas que no buscan la integración sino la exclusión No sabemos lo que nos traerá todo esto.
¿Qué tal convive con la exigencia de haber recibido tantos premios y que los lectores le pidan más con cada obra?
Yo siempre busco la excelencia, escribir cada vez mejor. El Premio Nacional de Narrativa me ayudó mucho a la hora de dar visibilidad a mis obras. Premiaron una obra muy especial y atrevida como Bilbao-New York-Bilbao pero internamente sabía que tenía margen de mejora. Estoy en ello, voy paso a paso, tratando siempre de innovar y no caer en lo convencional.
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