"Los desencuentros no deben impedir la unión en torno a los objetivos de La Rioja"

Su nombramiento rompió muchas de las quinielas previas a la constitución del nuevo Gobierno de La Rioja. Tras veinte años al frente del Gabinete de Presidencia del Parlamento riojano, Begoña Martínez Arregui (Logroño, 1967) acepta ahora el reto de asumir la Consejería de Presidencia, Relaciones Institucionales y Acción Exterior del nuevo Ejecutivo de Ceniceros. Admite que siempre ha «preferido hacer preguntas a responderlas», pero asume con gusto la portavocía del Gobierno en un momento en el que «la ciudadanía quiere saber exactamente cuáles son los propósitos del Ejecutivo, por lo que es obligado dar cuenta de todo lo que hacemos».

-El presidente le ha encomendado transmitir al resto de áreas sus tótems: cercanía, diálogo y transparencia. ¿Cómo se articula eso en el terreno práctico?

-Lo fundamental es desarrollarlo a través de unos ejes transversales. Creo que esta política no pide unos compartimentos estancos ni que cada uno gestione sus competencias de una manera vertical y jerárquica, sino de un modo transversal para que las políticas puedan tener un seguimiento y una evaluación. Un buen ejemplo de ello es el empleo: es empleabilidad, es desarrollo económico de las empresas y es internacionalización. Tengo clarísimo que los consejeros comprenden esta nueva forma de gobernar perfectamente.

-Es un modo de gobernar casi desconocido en una región cuyas dos últimas décadas se han regido por mayorías absolutas.

-El propósito es formar equipos y el presidente así lo ha transmitido desde el nombramiento de los consejeros. Eso se traslada a los servicios de cada consejería. Además, otra de las máximas de este Gobierno es procurar contar siempre con los funcionarios y con los ciudadanos. La gente se está implicando de verdad en la idea de formar equipos.

-De periodista a consejera. ¿Qué tal lleva eso de estar bajo los focos?

-Cuesta bastante trabajo, porque el la labor en el Gabinete implica estar siempre en un segundo plano. La exposición que requiere una consejería no tiene nada que ver y yo, que soy muy tímida, tengo que hacer un gran esfuerzo. Aun así, no me cabe ninguna duda de que lo iré superando.

-La suya no es una consejería al uso, casi se le podría considerar a usted como la consejera de los consejeros. Dentro de esa particularidad, ¿hay proyectos concretos que se haya fijado como objetivo para los próximos cuatro años?

-Me parece muy importante desarrollar la Ley de Participación Ciudadana. Tenemos un marco como la Ley de Transparencia que aprobó el Parlamento la legislatura pasada y ahora hay que fomentar cauces de participación para la ciudadanía. Me gustaría que se tramitara esa nueva Ley cuanto antes.

-Conoce a Ceniceros prácticamente mejor que nadie, tras tantos años trabajando a su lado. ¿Qué cualidades cree que destacarán de su Presidencia?

-Creo que los riojanos no van a encontrar grandes diferencias entre el Ceniceros presidente del Parlamento y el Ceniceros presidente del Gobierno. Es un hombre honesto, noble y sin dobleces; eso lo van a seguir encontrando en el Gobierno. Pero quizá van a encontrar algo que estaba más solapado por el carácter institucional que conlleva la Presidencia del Parlamento, como es el nuevo impulso para liderar el proyecto de Comunidad que él quiere. La gente va a advertir ese plus positivo sobre todo lo demás.

-Dicen que cuenta con una gran capacidad de escucha.

-Es cierto, le gusta y además practica una escucha activa para saber las necesidades que tiene la gente. Eso se nota, porque te obliga a ser más reflexivo (él también lo es) y además fomenta mucho la coordinación y la colaboración entre todos los miembros de su equipo.

-¿Cómo le comunicó que quería que le acompañara en esta nueva andadura, además como su mano derecha en el Gobierno?

-El presidente llevaba ya unos días hablando de perfiles, de objetivos de Gobierno, de lo que quería hacer... Y basado en esa confianza de tantos años, me dijo que había pensado en mí para asumir los retos de la nueva Consejería de Presidencia. En base a esa misma confianza, decidí asumir el reto.

-¿No le produjo vértigo la propuesta?

-Mucho, porque además no me dio mucho tiempo para decidirlo. Sí que sentí vértigo, porque la responsabilidad era muy grande.

-¿Vaticina grandes diferencias entre el modo de gobernar de Ceniceros y el de Sanz?

-No pienso que se perciban como oposición, porque el trabajo que ha desarrollado el presidente Sanz ha sido magnífico. Pero sí que es verdad que la propia situación política y los retos que tenemos ahora en la Comunidad exigen ciertas mudanzas. En ese plano, creo que los ciudadanos sí percibirán grandes cambios en su forma de gobernar.

-Tirando de semejanzas, ¿en qué se parece y en qué se diferencia usted de su predecesor, Emilio del Río?

-Es muy difícil compararse con Emilio, porque es una persona que no sé ni cómo definirla. Es un tipo genial y preparadísimo, pero la verdad es que el trabajo de portavoz conlleva una exposición mediática muy grande y eso no es positivo.

-Ahora que sacar proyectos adelante exige acuerdos, la portavocía se antoja un área más relevante que antaño.

-El nuevo momento exige mucho consenso y esfuerzo para comunicar lo que quiere hacer el Gobierno y para hacer partícipes a los grupos parlamentarios que están en la oposición. Pero también creo que hay líneas comunes y que lo importante es buscar esas conexiones. Todos los grupos parlamentarios quieren crear más y mejor empleo, llevar a cabo políticas sociales, ofrecer mayor transparencia y mayor servicio público. Habrá desencuentros, pero no tienen que impedir la unión en los objetivos de la Comunidad.