José García era un comerciante vitoriano que fue asesinado el 25 de agosto de 1978 por los disparos que efectuaron miembros de ETA contra el cuartel de la Policía en el Casco Medieval. «Seguro que mucha gente pensó que José había tenido la mala suerte ... de estar en el lugar y en el momento equivocado. Pero él se encontraba en el barrio donde vivía, trabajaba y desarrollaba su actividad social. En realidad, quienes estaban en el lugar y en el momento equivocados eran los terroristas», argumentó este lunes el periodista Florencio Domínguez en la entrega de la medalla de Vitoria al Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, de donde es director, por su «defensa de la libertad, los Derechos Humanos y los valores democráticos y éticos».
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Hace apenas tres años que abrió sus puertas, pero su labor para que aquellas décadas de terror no se borren de la memoria resulta esencial en una ciudad que sufrió 900 actos terroristas -incluida kale borroka- y 28 asesinatos; el último el funcionario de prisiones Máximo Casado en 2000. «Trabajamos para que las generaciones que han vivido de cerca esta tragedia no olvidemos, y para que las que, por fortuna, no han tenido vivencias personales directas sepan lo que ocurrió y conozcan el sufrimiento de los que han padecido en primera persona la violencia», subrayó el director del Memorial.
A la ceremonia asistieron miembros de diferentes asociaciones de víctimas, responsables de la Guardia Civil, la Policía Nacional, la Ertzaintza y la Policía Local, y representantes de todos los partidos políticos de Álava salvo EH Bildu, que incluso no apoyó la entrega de este reconocimiento por considerar que «alimenta una visión parcial y que no colabora en la construcción de la paz».
Sin aludir a nadie en concreto, Domínguez defendió que el centro y la sociedad vasca tienen «dos riesgos que debemos combatir». «El primero es que quede una visión romántica e idealizada de lo que ha sido el terrorismo. Y el segundo, que se asiente la idea de que la violencia fue eficaz para conseguir objetivos políticos», consideró el también articulista de EL CORREO, que alertó de que «una parte para nada desdeñable de los jóvenes vascos justifican o disculpan el periodo del terror con fines políticos». «Para afrontar ese riesgo nada mejor que conocer de primera mano el testimonio de las víctimas, de quienes han sufrido de forma directa las consecuencias de la violencia», consideró.
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La alcaldesa Maider Etxebarria (PSE) fue la encargada de entregar la medalla a Florencio Domínguez. Explicó que una de las imágenes que se le viene a la memoria cuando habla de terrorismo es el paraguas rojo que quedó junto al cadáver del periodista José Luis López de Lacalle después de que ETA lo asesinase en el año 2000 junto a su casa en Andoain. «Ahí afuera, a veces todavía nos vemos sorprendidos por nubarrones que traen una lluvia de odio. Sólo espero que la entrega de esta medalla sirva de revulsivo para el funcionamiento del Memorial, nuestro paraguas frente al chaparrón del olvido», justificó la regidora.
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