![Blusas y neskas brincan en mitad de la calle Postas.](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/08/08/BLUSAS%20VETERANOS-021-kVRF-U220935957402zFG-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Fiestas de La Blanca
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Buenos mozos con gracia y soleraQue cuiden muy mucho la tensión, que mantengan la glucosa a raya, que eviten cualquier sobresalto, el más mínimo movimiento brusco... por supuesto, nada de comidas copiosas, ni de dulces y ni gota, pero que ni gota de alcohol. El médico de cabecera de toda ... esta panda se echaría las manos a la cabeza al verles saltándose todas y cada una de sus recomendaciones, esas que durante 364 días cumplen a rajatabla, con la obediencia y el ascetismo de un monje budista. Pero, qué diantres. Porque una vez al año no hace daño, porque se lo han ganado, porque sí, porque ellos lo valen, ayer se entregaron al más puro disfrute. A hacer puñetas con los triglicéridos y el azúcar. Hoy es su día. Y nuestros mayores lo están rebañando hasta no dejar ni una migaja.
Los blusas y neskas veteranos celebraran este jueves su tradicional jornada que, como no podía ser de otro modo, ha arrancado a las nueve de la mañana con la tradicional misa en la capilla de la Virgen Blanca. Era un día de disfrute, de echarse en los brazos del puro hedonismo, pero ellos se encargaron de recordarnos, porque a veces se nos olvida con tanta chufla, el sentido más hondo de la fiesta. Asun Gorospe, la mejor anfitriona de la ciudad y una de las vitorianísimas más queridas (y con razón) se encargó de ponerle la nota emotiva a la mañana. Dedicó una sentida oración dedicada al Alavés de sus entretelas, pero también a todos los mayores de la ciudad, a los que la enfermedad les impide disfrutar de su día y, sobre todo, recordó a los que han fallecido este último año. Resultaron especialmente emotivas sus palabras en memoria de Txomin Cantero, legendario blusa, al que la muerte le quiso venir a buscar justo en el inicio de las fiestas. Más de uno tuvo que enjugarse las lágrimas.
Como la mayoría de estos mozos y mozas de oro no gastan redes sociales quizás no sepan que el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, se quiso acordar de ellos en su día. «Habéis sabido transmitir el amor y la devoción del pueblo de Vitoria a nuestra patrona. Seguid haciéndolo con esa energía y experiencia que solo vosotros tenéis», destacó el prelado.
Y enérgica ella, fue Mari Carmen Cuesta la que se encargó de realizar la sacrosanta ofrenda floral a la Virgen Blanca. Para desayunar, kokotxos con chocolate. El festín no quedó ahí. Se pusieron finos. Como todos los años, el plan pasaba por subirse a ese trenecillo que les había de acercar a Desemparados para degustar ricos txoripanes. Quizás fuera la junta de la culata, la palometa o el relé, quién sabe, pero el caso es que el cacharro no terminaba de arrancar. No se amilanaron. La cuadrilla con más experiencia siguió con su agenda farrera a pie.
Comieron y bebieron con la moderación justa; hubo raciones de jamón y de morcilla, también ensalada (esto, se ve que para tranquilizar al médico de cabecera) y a eso de las cuatro y media, sin tiempo para que llegara el sopor que desemboca en la siesta, enfilaron para la calle Dato, donde encabezaron el paseíllo.
«Mañana me dolerá todo, pero un día es un día, ya habrá tiempo para descansar», reconocía radiante, con una sonrisa de oreja a oreja, Asun Gorospe, estupendísima ella, apoyada en una muleta que no le impidió menear el esqueleto. A su lado, otro vitorianísimo de esos de pro y de oro macizo. Satur García, casta él, con el puro encendido, se daba un aire a un Bogart achaparrado, sin esmoquin pero con la blusa y el milrayas de guardar. «Llevo desde las nueve de la mañana y lo que queda... este es un día de los de disfrutar», reconocía. «Me lo estoy pasando como cuando tenía 22. Aunque tampoco es que haga tanto de eso, ¿eh?», bromeaba, pizpireta ella, incombustible, Feli Ruiz.
Desde la terraza del Casablanca, con cafés con leche con sacarina y poleos menta, algunos mayores miraban con envidia, sanísima, pero envidia al fin y al cabo, a estos titanes de la farra. Normal. Es una gozada ver a esta cuadrilla disfrutar así, sin temor a los achaques, sin preocuparse por la puñetera cadera o los malditos juanetes. Resulta emocionante verles bailar y reír y brincar sin prejuicios, de vueltísima de todo. Tienen tantísimo que enseñarnos todavía... pero de forma literal. Atención a lo que se podía leer en la pizarrita que José Antonio Cristóbal García, 87 añazos, «y Celedón de Oro del 79» llevaba colgando al cuello: «Decálogo del diálogo y de la comunicación: respeta a todos, escucha atentamente, ve lo positivo, desecha lo negativo, acércate y no te alejes, ten comprensión en situaciones difíciles, expón tu criterio, hablándolo, no gritando (...), discúlpate y pide perdón si crees haber faltado». José Antonio, aquí te queremos ver el año que viene. Necesitamos más blusas como tú, buenos mozos con gracia y solera.
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