Leydi Delgado
Viernes, 9 de agosto 2024, 00:27
A partir de las diez de la noche, la peregrinación hacia Mendizabala es una riada. Cientos, miles de personas se encaminan por La Senda y Fray Francisco hacia la meca del Monte de la Tortilla para contemplar uno de los muchos espectáculos masivos de las ... fiestas. No sólo van a tal cual, sino que portan sillas, mantas, coches de bebé, fiambreras –perdón, túpers–, bocatas y bebidas para una bonita 'noche de picnic' los fuegos artificiales.
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Durante quince minutos la gente se queda pasmada mirando al cielo. Literalmente con la boca abierta al ver cómo se despliegan palmeras, pájaros, bengalas o cometas de mil colores, con la traca final como colofón. «¡Qué guay!», «¡Qué bonito!» y «¡Guau!», son algunas de las exclamaciones que se escucha a la gente mientras el cielo se cubría de luces. «Lo que buscábamos era hacer un espectáculo para que la gente no se aburriera. Por lo que proyectamos efectos y colores muy dinámicos», dice el representante de la pirotécnica Zaragozana, Luis Brunchu, que lanzó sus cohetes el martes.
En esos pocos minutos se expulsaron 350 kilos de explosivos y eso bastó para que autóctonos y visitantes acabaran hipnotizados. Y es que la firma empezó a proyectar a las 23.00 horas los efímeros dibujos y colores acompañados de aplausos entre los asistentes. «Era un diseño exclusivo para Vitoria y queríamos sorprenderlos», agrega. ¡Vaya que lo hicieron! «¡Nos ha encantado!... Hemos venido toda la familia y armamos el picnic para pasar la noche en familia», cuenta Ainhoa Izquierdo junto a su marido Iván González y sus dos pequeños.
El cielo de Vitoria se abre como un arcoiris y las explosiones no dejan de retumbar en todo el lugar. Mientras, el recinto ferial de Mendizabala apaga sus luces para que el público pueda contemplar en todo su esplendor. Figuras como estrellas, corazones, aves y mariposas eran los favoritos de los niños. «No esperaba que fueran tan bonitos», dice Amaia Fernández al lado del Ratón Vacilón, en las barracas. «Es la noche más bonita de todos estos años que llevo viniendo».
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Durante todo ese carrusel de pólvora no faltaron las ya tan características palmeras y cascadas que todo el mundo las ha pillado al vuelo. Incluso algunos asistentes se animaron a comparar el acto con las Cataratas del Niágara. Y no podían dejar de estar los silbadores y los misiles plateados. «Han sido impresionantes», expresa Marimar Guinea, que llegó acompañada de amigos y la familia para disfrutar de la presentación. El grupo decidió llegar bastante antes de la hora del espectáculo para coger un buen lugar. «Hemos traído comida, una manta y hemos aprovechado para comer mientras vemos la actuación».
Para la italiana Ariana Guerrero, quien está de visita en Vitoria por las vacaciones de verano, esta era la primea vez en los fuegos. «¡Qué hermoso! No había visto un espectáculo así en España».
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