Martes, 6 de agosto 2024, 14:01
El Grand Prix al estilo vitoriano volvió a conquistar el Iradier Arena. Con la nutrida participación de blusas y neskas que madrugaron (o encadenaron la noche con la mañana) para dar vida al infrautilizado multiusos (qué paradoja). Convertirse en la sede de las vaquillas es ... un honor con mayúsculas: se trata de uno de los espectáculos más queridos de La Blanca. Tal vez porque, como en los supermercados, promete el 'dos en uno': moratón y sonrisa. Los recortadores pueden burlarse de las vacas, pero estas se vengan con los menos avezados, que reciben tarascadas y golpes de todos los colores para deleite del personal. Así somos los humanos, que nos reímos cuando vemos el ojo morado del vecino.
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El encuentro empezó a las 10.30 horas, con 'Eye of the Tiger', de Survivor, de fondo que sirvió para acompañar la presentación de los cuatro equipos que participaron en las tres pruebas del Grand Prix. Antes, se guardó un minuto de silencio por Txomin Cantero, el blusa de Los Bainas que falleció el lunes.
Los chavales empezaron a calentar con la prueba de los sacos. Entre risas, revolcones en la arena y algún pequeño momento de tensión, pasaron la primera prueba con la vaquilla «mansa», casi sin sudar gota. Aunque todo el camino no iba a ser de rosas, porque para la segunda ya fue complicándose la cosa.
Turno para el partido de fútbol. Los cuatro equipos se fusionaron en dos y con la canción de 'Oliver y Benji' como introducción y con el público coreando la letra, comenzó el partido con la vaquilla arbitrando, pero a su manera. Y es que este juego tiene su trampa, porque algún despistado estuvo pendiente del balón y no de la bestia. Resultado: porrazo y revolcón en la arena. «¡Ay, ay, que se lo lleva por delante!», gritaban desde la grada.
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¡Qué mala baba tenían Nicolasa, Castaño y Chamaco de la ganadería Marqués de Saka! Se desayunaron a más de uno sin piedad alguna. Pero sin duda, la estrella del ruedo fue Bruno, el joven blusa que se hizo notar con sus saltos, piruetas y recortes. «Ya te hemos dado el premio al mejor de la pista, no hace falta que nos demuestres más», señalaba en tono jocoso el animador.
En la última prueba, los participantes tenían que meterse en una piscina de bolas para buscar monedas de oro, eso sí, con la vaquilla más brava complicando el paso. Tras la entrega de los premios a los ganadores del Grand Prix, decenas de blusas y neskas que estaban en las gradas saltaron al ruedo con ganas de torear. Más de uno terminó en el suelo, cual croqueta rebozada en arena y con unas vaquillas que no escatimaron en empellones.
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El encuentro dejó un momento gracioso cuando una de las cuadrúpedas se negó tozudamente a abandonar la plaza, y eso que era «la más mansa». Sobre el ruedo se vieron diferentes estampas; aquellos rezagados que apenas se asomaban por el burladero y los valientes (o descabezados, según se mire) que no perdían ni una sola oportunidad para ponerse delante del animal y sin perder el porte, como aquel que incluso revolcado (unas cuantas veces) no perdió la flor que llevaba sobre la cabeza.
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