En estos tiempos, cada año de festejos con animales ya no se sabe si serán los últimos. Ya desaparecieron las carreras de burros, pero aun así, en este día de Santiago, blusas y neskas no dejaron pasar la oportunidad de vérselas en el ruedo con ... las vaquillas tras tres años de parón pandémico. Así, la arena del Iradier volvió a rebosar con el anillo inferior bastante lleno.
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Tras un amanecer un tanto atípico en el que parecía que se escaparía alguna gota, en las gradas solo se vio sombra y pocos abanicos. Con el techo del multiusos cerrado a cal y canto, empezaron a salir las vaquillas de la ganadería Marqués de Saka (Deba) por el corral de toriles. A porta gayola les esperaban tres de los cinco integrantes de la cuadrilla de mozos.
Guipuzcoanas como las reses eran también cuatro de los recortadores, que llegaron a la capital alavesa desde localidades como Zumárraga, Andoain o Tolosa. Mira que ya han pasado seis años desde que las corridas se fueron de Vitoria para no volver, pero este lunes estos acróbatas del mundo taurino volvieron a levantar los aplausos del tendido e hicieron resonar con fuerza los olés en el remozado coso.
Saltaron por encima de las becerras con piruetas y volteretas al aire rozando peligrosamente la cornamenta. Y alguno incluso trató de imitar a los matadores más diestros capote en mano. Asimismo los recortadores prepararon un juego con un columpio y unos pedestales, que el tendido agradeció incluso con una ola.
Al filo de las 11.00 horas, los blusas estaban ya con los nervios a flor de piel, pero al mismo tiempo ansiosos de sentir la arena en las abarcas. Tras el aviso de la megafonía, empezó el salto masivo a las barreras y se tomaron los callejones. Al principio, más precavidos, los mozos se rifaban los burladeros. Después, fueron cogiendo confianza y la fiesta, con cuatro becerras por delante, se fue animando.
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Hubo quienes esperaron a las vaquillas tumbados frente la puerta de toriles, de modo que las vacas saltaron por encima de ellos tocando con sus pezuñas la espalda de los mozos. Pero lo que hizo llevarse las manos a la boca al respetable fueron los abundantes revolcones que se pudieron ver. Así que más de uno tuvo que irse a casa con la camiseta o el pantalón rotos tras la cogida.
Menos fueron las neskas atrevidas. No obstante, no fue óbice para ver a algunas mujeres que, valientes, llamaban la atención de las vaquillas encaramadas a las barreras. Una de ellas incluso agitando una ikurriña como si de un capote se tratara, al contrario que sus compañeros hombres, con recursos más rudimentarios como alguna chaqueta de chándal.
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El momento menos lucido de la faena fue a la salida de la primera vaca. Uno de los mozos que saltaron al ruedo se enzarzó con ella agarrándola de la cornamenta. Así hasta dos veces y de manera intencionada. Finalmente tuvo que ser desalojado por los responsables de la ganadería entre los silbidos y abucheos del tendido. Por lo demás, hubo muchos tropiezos y unas carreras limpias de las que los blusas pudieron marchar para seguir la fiesta si acaso con algún moratón.
Los espectáculos taurinos todavía no terminarán. Este mismo lunes a las 18.00 horas habrá sobre el mismo escenario vaquillas para txikis. Si esta mañana los únicos que podían saltar y recortar eran todos mayores de 16 años, los que estén por debajo de esa edad podrán hacerlo esta tarde, eso sí, con becerras de menos de 60 kilos, tal como establece la ley vasca que regula los espectáculos taurinos. Después de este pase, las vacas no regresarán a Vitoria hasta que empiecen las fiestas de La Blanca, en las que se dejarán ver todas las tardes desde el día 5 al día 9 de agosto.
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