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EFE
Miércoles, 5 de agosto 2015, 21:59
Con una corrida imposible, nada se puede hacer para levantar la Feria de Vitoria. Es la que eligen las presumibles figuras actuales, pero desde luego no lo hacen con la intención de torear bien, sino por algún otro "oscuro" objetivo.
Los toros de El Ventorrillo salieron con una flojera tal que al tercer capotazo ya habían doblado las manos. Simulacro de tercio de varas y absurdo trance de banderillas con los animales ya parados. Pero todo vale porque ni siquiera los escasos 440 kilos del tercero motivaron una protesta en condiciones.
Quienes se anunciaron en el cartel ya sabían lo que había. No en vano son ellos quienes imponen estas ganaderías a las empresas.
Y así estuvo Morante, dispuesto a que le abroncaran con motivos, aunque apenas lo logró hasta el final de su actuación con un bajonazo de los que podrían haber provocado un altercado de órdago. Fue el remate de una tarde provocativa del sevillano.
Ante el primero, un inválido con problemas para tomar la muleta, Morante simuló intenciones que solamente duraron un trincherazo. Mató con desvergüenza y poco acierto, y hubo algunas protestas. Era demasiado pronto para enfadarse.
En el cuarto, la bronca fue mucho más sonora. Se lo recibió Carretero, que no era ni siquiera el encargado de lidiarlo, y el de La Puebla se inhibió de la lidia, siempre fuera de lugar y sitio.
Con la muleta recordó a las grandes "espantás" de los artistas, sin ninguna vergüenza. Pasó del simulacro a la falta de respeto. El toro no tenía nada, pero tampoco peligro, por mucho que Morante quisiera que lo pareciese. El bajonazo en los costillares enervó a los tendidos.
El Juli puso ganas ante dos bombones para un torero de su condición. Pases por alto para que no se cayeran, toreo aliviadito y efectista. Una pantomima persiguiendo al quinto que no quería pelea. Dos estocadas rápidas ayudaron a que los tendidos pidieran una oreja.
En el primero la cortó, sobre todo por la efectiva estocada, pero en el quinto el acero cayó bajo y el presidente se resistió a atender una petición minoritaria.
Talavante tampoco tuvo enemigos. Se aburrió pronto ante un pequeño pero aparatoso sardo y buscó justificarse en el que cerró el festejo. Dejó las pocas series que se vieron en la tarde, pero sin apreturas, solamente aprovechando las embestidas de un astado sin clase que permitió al extremeño ligar muletazos a base de mover las piernas en todo momento.
Ficha
Toros de El Ventorrillo, pequeños y sin fuerza. El segundo fue devuelto por debilidad y sustituido por un sobrero del mismo hierro, lidiado en quinto lugar al correr turno El Juli, de igual mala condición.
José Antonio, Morante de la Puebla: tres feos pinchazos y media (leves pitos); y bajonazo (bronca).
Julián López, el Juli: estocada (oreja); y estocada baja (ovación tras petición).
Alejandro Talavante: dos pinchazos, estocada corta y cinco descabellos (silencio); y estocada (oreja).
Al finalizar el paseíllo, se homenajeó al expresidente de la plaza, José Luis Espizua, y al exasesor José Mari Sedano, ambos fallecidos este invierno. La plaza registró poco más de media entrada en tarde soleada con la cubierta abierta.
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