

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Alumbrar el camino durante algo más de 120 minutos. Ese es el cometido al que se enfrentan cada noche del 4 de agosto 400 cofrades ... en la procesión de Los Faroles. Ocurre desde 1895. Hasta 282 candiles se encienden cuando el reloj marca las 22.00 horas y no se apagan hasta pasadas la medianoche, cuando han completado un recorrido circular que ilumina las vías más céntricas de la ciudad. La comitiva discurre en silencio, aunque no siempre ha sido así. ¿Por qué lo hacen? ¿De dónde viene esta tradición? ¿Qué misterios han atesorado en este tiempo? Las respuestas son tantas que conviene despiezar las secuencias más relevantes de este paseo. Lo hacemos de la mano de la archivera Camino Urdiain, que ha publicado recientemente el libro 'Luces para la ciudad' sobre su historia.
Ya desde 1855 se celebraba en La Blanca un rosario nocturno. El vitoriano Manuel Díaz de Arcaya, un catedrático de Historia Natural que dio clases en Zaragoza, se fijó en una manifestación de la capital aragonesa celebrada durante las fiestas de El Pilar, El Rosario de Cristal. Tomándolo como base propone la creación de piezas de vidrio y metal que representaran las distintas partes del rezo. «¿El objetivo? Llenar la ciudad de luz, color y solemnidad».
Fueron 65 luminarias las que completaron el primer Rosario que sobrecogió a los vitorianos. Para que comparen con la procesión actual, son 217 faroles menos; todos ellos prendidos con velas de cera que contrastan con las modernas bombillas LED que se emplean hoy. La marcha (que salió adelante sin la participación de mujeres) era una demostración pública de devoción a la Virgen Blanca, pero también se animaba a los vecinos a participar para que pidieran protección a los alaveses que en breve iban a salir hacia Cuba para intervenir en la Guerra de la Independencia.
Las primeras imágenes que se crearon fueron los misterios Gozosos y Gloriosos. Frente a lo que muchos piensan, estos fueron creados por los Quintiana Bianchi, profesionales de metalistería zaragozanos. También era de la capital del Ebro el arquitecto Ricardo Magdalena, al que se le encomendó la tarea de representar con esmero las distintas etapas de la vida de María y Jesús. Los Dolorosos los realizaron los vitorianos Manuel Grande, Luis Arciniega y Laureano Aldecoa. Un apunte para los aficionados del arte: «Gozosos y Dolorosos tienen forma de templetes de estilo neogótico rematados con un chapitel y pináculos que le dan esa forma esbelta.
Los Gloriosos cambian totalmente su forma exterior, más barroquizantes, con abundancia de formas esféricas y elementos singulares como los roleos y candelabros laterlas». Los Luminosos («más modernos en cuanto a formas y materiales») no se presentaron hasta julio de 2020. Sin embargo, no salieron hasta la procesión de 2022. Existen otros faros como las salutaciones, Agnus Dei o Kyries, pero esas colecciones se fueron incorporando más tarde.
La Junta del Rosario (que gestionó de forma independiente hasta 1934 todos los aspectos económicos, sociales y organizativos en torno a la procesión) pidió «aportaciones» a una pequeña ciudad que no superaba los 30.000 habitantes (hoy viven 258.808). Vitoria se volcó para hacer posible el proyecto. La campaña fue tan intensa que en 1897, el Rosario desfiló al completo con 256 faroles, la cruz monumental y la imagen de la Virgen Blanca, el último paso de la procesión, tras la que se une el pueblo. Ésta fue donada por Felicia Olave, una «gran mecenas» que también financió nueve misterios y varios faroles de mano. Destaca su participación en una extensísima lista en la que aparecen pagos desde 25 pesetas para un avemaría hasta de 900 para construir un buen puñado de misterios. Una propuesta para afinar la mirada. «Observa en parte de las piezas, esencialmente en la parte posterior de algunos de los Misterios, vidrios pintados con las iniciales de sus donantes. Eran una forma de agradecimiento. El tiempo, roturas y deficientes restauraciones han hecho que buena parte de esas huellas hayan desaparecido. Pero aún pueden localizarse algunas de ellas».
La austeridad manda. La expresión de los penitentes –que se acompañan de la corporación municipal, el clero y el resto de los miembros (1.400 son en total) de la Cofradía de la Virgen Blanca– se centra en la devoción. El silencio tan sólo se rompe por el rezo del Santo Rosario. No siempre ha sido así. «Hubo música hasta los años 50, ya que el desfile contaba con el acompañamiento de la Banda Municipal de Música y otras cofradías. Era un espectáculo digno de ver».
La ruta se ha modificado a lo largo del tiempo en hasta siete ocasiones, la mayoría por «motivos urbanísticos». Algunos son tan surrealistas como que «la altura de unos magnolios» no permitía girar por la calle Dato. Esta vía se recuperó, tras muchas peticiones populares, en 2018. Además, si buscan una vía histórica por haberse mantenido siempre en el itinerario, esa es San Antonio. Los cofrades harán un recorrido circular desde Zapatería pasando por Mateo Moraza, la Virgen Blanca, Prado, Becerro de Bengoa, Iraider y Postas.
La ruta se inicia (y acaba) en el Museo de los Faroles, que acoge desde el año 2000 las delicadas piezas. Abre de lunes a sábado desde las 11.00 hasta la 13.00 horas.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.