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Con diez años uno piensa en sacar chispas a las barracas que colorean Mendizabala, convertirse en Celedón Txiki, desgastar zapatilla delante del toro de fuego... Pero a esa edad Aitor Valdecantos ya se paseaba el día 4 de agosto por la balconada de San Miguel. Entre los mayores y con el olor a pólvora incrustado en su ADN. «Hemos vivido muchas cosas ahí arriba, buenas y malas», admite quien, junto a su hermano José, pilota la pirotecnia Valecea, la mano que prende el Chupinazo. Tantos momentos aparecen en su particular álbum de La Blanca más de tres décadas después que podría encadenar anécdotas hasta las fiestas de 2021. Elegir sólo un año supone un reto pero lo liquida casi casi tan rápido como el fuego devora la mecha de sus cohetes. «2018», dispara.
La fiesta arrancó aquel verano un 4 de agosto pero no terminó para Valdecantos hasta el 11. A ver qué cuerpo aguanta eso se preguntará más de un blusa y una neska. Pues uno capaz de prender la mecha final de La Blanca ante la mirada llorosa de los más jaraneros y plantarse unas horas después en Mónaco para participar en su concurso internacional de fuegos artificiales. La resaca vino entonces, y con motivo. La firma de Berantevilla quedó segunda en el prestigioso campeonato 'Monaco Art en Ciel', «la guinda», con un par de días de retraso, a La Blanca de 2018. Aquella coreografía de colores al son de Justin Timberlake o Miley Cyrus o el lujo de recibir el premio a un par de pasos del casino de Montecarlo, sin embargo, no deben poner celosos a los festejos vitorianos. «Tirar su chupinazo siempre es una pasada», asegura.
De hecho, el 'glamour' de brillar en el cielo monegasco no quemó los recuerdos que unos días antes había cosechado en la capital alavesa. «Las fiestas de Vitoria son las fiestas de Vitoria. Siempre digo que, si un día dejamos de disparar, no dejaré de hacerlo en mis sitios 'VIP'», cuenta con la balconada de San Miguel como uno de esos rincones mágicos. Es «tan especial» el inicio de La Blanca, con su plaza abarrotada y Celedón en mitad de ella cual gladiador, que algún chupinero se ha quedado peligrosamente embelesado con el encendido de la mecha. Ocurrió también en 2018. Juan Luis, Andrea, Daniel y Tita -cuatro usuarios de los centros de mayores- se encargaron ese verano de hacer estallar el chupinazo preparado con mimo por Valecea y uno de ellos «estaba tan a gusto, mirando feliz, que se quedó a un metro del cohete... y, ojo, que si por lo que sea falla tenemos una desgracia», avisa el experto.
En más de treinta años ha habido unos cuantos sustos que no fueron a mayores. Desde amenazas de lluvia hasta pelotas de tenis con muy mala leche que parten la vara del cohete por la mitad. «Llevaba otro de repuesto y a ese le cayó una yema de huevo por la mecha, un poco más y no se enciende», recuerda. Más tranquilas han sido sus intervenciones en el certamen de fuegos artificiales de La Blanca, aunque no olvida los madrugones para preparar el espectáculo. En 2018 no participó pero clavó sus ojos en el cielo cada noche de fiestas con una copita en la mano. Salud por las que vengan.
«A las 6 tomaré champán» Valecea no cierra por vacaciones así que Aitor se quedará estos días «por aquí». Eso sí, acompañado de una copita de cava a la hora del chupinazo.
LA BLANCA 2018
Nunca antes, la bajada de Celedón había congregado tantos espectadores como en 2018. Cabeza arriba, cabeza abajo -que siempre se escapa algún cogote en mitad de la marea humana- sumó más de 500.000 espectadores. En la abarrotada plaza de la Virgen Blanca, en las calles y los bares del entorno, en la balconada... y también, aunque en diferido, en las salas de cine de todo el país. Daniel Calparsoro inmortalizó ese Chupinazo en una escena fugaz de un puñado de segundos para 'El silencio de la ciudad blanca', cuyo rodaje atravesó las fiestas vitorianas de ese año.
La Blanca en la que se pudo ver a Belén Rueda de pintxos por el centro camuflada bajo una gorra, que en realidad lograba que la actriz llamara más la atención, arrancó con un buen sofoco. Por encima de los 30 grados sudaba el termómetro cuando San Miguel dio las seis de la tarde y Juan Luis, Andrea, Daniel y Tita, cuatro usuarios de los centros de mayores, dispararon más si cabe el termostato de blusas y neskas con el encendido del cohete. Fue el segundo Chupinazo sin vidrio en el corralito que se crea en la plaza de la Virgen Blanca y las calles aledañas y el primero en el que se vetó asimismo la entrada de latas. La fiesta más 'green' se regó con 12.000 botas de plástico y unos cuantos mangerazos de la unidad 'antilipotimias' de los bomberos.
También hubo cambios ese año en la procesión del Rosario de los Faroles, que recuperó su recorrido original y se paseó por la calle Dato con sus terrazas a rebosar. Hacía dos décadas que los cofrades no pasaban por este punto neurálgico de las fiestas donde imponer el silencio con la jarana recién iniciada no debe resultar sencillo. Seguro que la patrona les echó una mano. También hubo que recurrir a ayuda divina para hacerse un hueco en los conciertos de la plaza de Los Fueros donde Rosario o Marky Ramone, dos melenones del panorama musical, agarraron el micrófono. En las verbenas y en los bares sonaba 'Lo malo', 'La cintura'... y mucho reguetón para 'perreo' del público desinhibido.
De 'Grandes éxitos' sabe algo el mediático Jorge Javier Vázquez, que se subió en La Blanca'18 a las tablas del Teatro Principal con la obra así bautizada. Por el mismo escenario pasaron esos días Concha Velasco y Antonio Resines o el 'extxaraina' Gorka Otxoa, aunque a teatreros les ganan los blusas y las neskas más pequeños de la ciudad, capaces de montar un auténtico drama en plena calle si sus padres no les llevan a ver a Celedón y Neska Txiki. Unax e Hiart interpretaron ese año el papel, además, por primera vez en la plaza de la Virgen Blanca, a semejanza de su versión adulta. Ellos no salieron en la película de Calparsoro, que sí cumplió la ilusión de muchas cuadrillas: estirar la juerga en el calendario. En 2018, Vitoria seguía el 13 de agosto en fiestas para recrear con una nube de harina el desaparecido 'día del guarro'. La magia del cine.
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Silvia Cantera, David Olabarri y Gabriel Cuesta
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