«La oferta cultural no es escasa, si buscas encuentras»

Jiménez nació hace 65 años en la calle Herrería y evoca un programa casi imbatible para un chaval de aquella Vitoria a caballo entre los años 50 y 60. «Lo que más me gustaba era el circo, pero había muchas más cosas. Madrugábamos para ir al Rosario de la Aurora, desayunábamos en el Círculo Vitoriano, luego veíamos las dianas con los blusas y ya echábamos el resto en las barracas». El 'pack' fiestero completo. Y el día de La Blanca, a celebrar el 'cumple' de la madre por adelantado. «Comíamos en el antiguo Mesón Nacional, en Dato».

Este último plan fue el único que sobrevivió en su juventud en la que, dice, hizo pocas locuras. «Una de mis primeras fiestas sin padres fui a las vaquillas. Pero no me metí al ruedo; es más, tuve que acompañar al hospital a un amigo que se llevó un revolcón». Y cuando tocaba pasear por la 'Cuchi' esos «6 blancos de la mañana y los 10 tintos de la tarde» para él se quedaban en la mitad. «Había que rendir al día siguiente en el entrenamiento de baloncesto».

Ahora, peinando canas, se decanta por actividades más reposadas como el teatro. Durante el año, «voy a obras experimentales, más arriesgadas. Pero las fiestas se prestan a ver algo comercial. Las propuestas suelen ser buenas. Y yo no estoy de acuerdo con los que dicen que la oferta cultural en Vitoria es escasa. El que busca, encuentra», remacha. Tampoco le martiriza que en estas fechas se beba algo más de la cuenta. «Siempre ha sido así. Lo que quiere uno es desinhibirse y olvidar los problemas».