La Blanca 2024

La fiesta acaba de empezar

Al mediodía ya estaban dándolo todo. Ander Polo, integrante de la cuadrilla Margolariak, afirmaba ayer rodeado de colegas que el momento «más importante del día» iba a ser cantar 'La potra salvaje' durante el paseíllo. Después de ese «gran cometido», el plan del grupo se resumía en «comer, beber, cenar, beber y terminar en el bar Koko».

Antes de la una de la tarde ya estaban con cervezas en mano en la plaza de La Virgen Blanca. «Hay que mantenerse hidratado con este calor», explica Imanol Moreno junto a sus cinco amigos. Asegura que han vivido el Chupinazo como todos los años y que no hay duda que «el cuerpo aguantará hasta el 10 de agosto celebrando a tope, seguro».

Irati Collantes no duda en responder qué sentimiento le provoca vestir de neska cada año, pese a su corta edad. «Es una felicidad absoluta ponerme este vestido». «Es un día especial. Estamos toda la familia junta y nos lo pasamos fenomenal». Ese estado próximo al nirvana le llevóa pedir «felicidad para todos».

Para esta familia vitoriana el 5 de agosto ese convierte en una fecha de celebración. «Lo festejamos con alegría en familia y con los amigos», cuenta Eva Uruñuela. Considera que salir de blusas y neskas es un hábito para su clan desde hace muchos años. «Nos gusta que nuestros hijos sigan con esta tradición».

Este grupo de amigos lleva 45 años celebrando La Blanca «desde que éramos jóvenes y solteros», afirmaban. Estuvieron siguiendo el programa desde primera hora de la mañana con la ofrenda floral a la Virgen Blanca. «Después de comer, iremos a ver el paseíllo y a disfrutar por ahí porque nosotros estaremos metidos en el ajo hasta que el cuerpo aguante».

Son primos; los chicos de la cuadrilla Soroak y ellas de Okerrak. «En la Bajada de Celedón nos portamos bastante bien porque había que empezar la semana fuerte, pero a partir de hoy -por ayer-, sin control. El objetivo es sobrevivir». Aseguran que siempre hace ilusión colocarse el traje y que a partir de ahí, «solo hay cabida para las malas ideas», dicen entre risas.

María Ruiz es de Jaén, pero vive las fiestas como una nativa. «Vivo desde hace diez años en Vitoria y me encantan estas fechas». Su familia y ella empezaron a recorrer las calles a las nueve de la mañana. «Es una tradición», y aunque ella no lleva el traje típico, sus hijos se lo ponen sin dudar. «Les encanta. Son ya unos blusas auténticos».

Turutarrak van por libre y en un día como ayer salieron todos, padres, hijos... Empezaron hace diez años «y disfrutamos como la primera vez», exclama Javier Mendoza, al pie de un versátil vehículo, válido tanto para llevar a los txikis como para transportar la bebida. «Esperábamos este día con muchas ganas e ilusión», remacha.

Gabriel Musas y su familia consideran que salir de blusas y neskas un día después del Chupinazo es una tradición imprescindible. «Es un momento álgido y se pasa en familia», dice el vitoriano que salió con todo el grupo desde muy temprano ayer. «Nos dejamos llevar por las fiestas y a veces nos pasamos un poco», dice entre risas.