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Kiti Mánver y Melani Olivares, en una de las primeras escenas de la obra. Rafa Gutiérrez
La familia bien, gracias

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El Principal acogió anoche el estreno absoluto de 'Juntos', un montaje que aborda el cuidado a personas con enfermedades mentales e invita a reflexionar sobre qué diantres es ser normal

Martes, 7 de agosto 2018, 00:39

En una mesa de formica normal, en una cocina normal, de un hogar normal. El Teatro Principal de Vitoria acogió anoche el estreno absoluto de 'Juntos', el retrato de una familia del montón, una de esas en las que sólo hace falta una pequeña chispa para que se encienda un pequeño infierno de reproches. Una de esas con madre hiperprotectora, hija pasivoagresiva y un hijo que carga a las costillas con una enfermedad mental que condiciona la vida de todos los que le rodean con sus brotes inesperados y sus muestras de cariño desmedidas. Un tipo que se niega a no ser normal. Sea lo que diantres sea ser normal.

Dicen que no hay más ciego que el que no quiere ver. E Isabel (Kiti Mánver) es incapaz de reconocer que necesita ayuda para cuidar de su hijo Miguel (Gorka Otxoa), que padece una enfermedad mental. La mujer -a la que le atenaza ese miedo casi patológico que arrastran tantísimas madres, el de afrontar que sus hijos pueden dejar de depender de ellas- se enfrenta a su hija Sandra (Melani Olivares) cuando ella le insta para llevar a su hermano a un centro. A partir de ahí, la familia, empieza a sacar esos trapos sucios que parece que, por mucha lejía que se utilice, jamás terminan de quedar del todo impolutos.

Jalonada de guiños cómicos y de trazos irónicos, pero en una atmósfera de drama , 'Juntos' aborda el delicadísimo tema del cuidado de enfermos mentales y la culpa y la impotencia que la convivencia generan en el entorno de estas personas. Basado en el texto original del autor Fabio Marra –que ayer acudió a Vitoria desde París para asistir al estreno-, el montaje va tejiendo, gracias a una evocadora escenografía giratoria en la que se abren puertas y se van cerrando, una maraña familiar que sólo el cariño puede deshacer.

«Las fiestas no son para programar tragedias griegas», decía hace unos días la concejala de Cultura, Estíbaliz Canto, en una entrevista a EL CORREO. No le faltaba razón. Sin embargo, montajes como 'Juntos' vienen a demostrar que en el cartel de estos días también pueden –más bien, deben- tener encaje propuestas distintas, alejadas de la comedia de trazo grueso y de la revista demodé. Ayer quedó demostrado que, entre fanfarria y fanfarria, entre dantza y dantza, el inquieto público vitoriano también está receptivo estos días a un texto de calidad, a que le sorprendan con algo distinto. O, al menos, un poquitín alejado de lo que se considera 'lo normal' para estos días.

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