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La escritora Eva García Sáenz de Urturi se une a la gran familia de la Cofradía de la Virgen Blanca. La mayor embajadora que ha tenido Vitoria en los últimos tiempos llevaba tiempo barruntando la idea y por fin se ha animado. Este año se estrenará en la Procesión de los Faroles y portará orgullosa el segundo misterio glorioso junto a su hijo Dani, que tendrá la suerte de llevar uno de los luminosos, terminados en 2020 por el vidriero Mikel Delika y que verán la calle por primera vez este jueves tras los años de parón causados por la pandemia.
«Esto es algo que voy a llevar toda la vida por bandera», prometió Sáenz de Urturi al abad Ricardo Sáez de Heredia, que ya contaba entre sus compañeros con otros miembros de la familia de la escritora. «Mi madre y mi hermana ya llevan dentro más de 15 años», compartió la autora. El cabeza de la Cofradía una vez más hizo de gustoso anfitrión y mostró a la escritora cada rincón de una sede que ya ha empezado a bajar los faroles a la planta baja y dejar los carros en orden para su salida procesional.
También volvió a mostrarse pletórico en un año en el que también ha incorporado a otras celebridades locales como al propio Celedón este mes pasado. Pero este lunes la protagonista era ella, que volvía a un lugar, el Museo de los Faroles, para la que ya guarda un aura especial. No en vano, en él transcurre una de las escenas más sobrecogedoras de 'El Silencio de la Ciudad Blanca'. «Muchos lectores de otros países me preguntaban dónde era la procesión. Muchos pensaban que era Sevilla y les decía: 'No, tenéis que ir al norte'», volvió Sáenz de Urturi a hacer gala de su vitorianismo.
Aunque no se asomó bajo el carro de la Virgen para comprobar que no hubiera ningún muerto, como ocurre en la novela, Sáez de Heredia no pudo evitar referirse a ese rodaje en el que tuvo que lidiar con aquellos cofrades, que temían ver cometido en la escena un «sacrilegio». Por suerte, todo salió adelante y ahora no pocos miembros se confiesan fans de Kraken e incluso alguno no pudo evitar la tentación de pedirle a la escritora que les firmara su ejemplar. «Eso sí, me quedé con las ganas de llevar la película a Montaña Alavesa y a mi pueblo, Villaverde», confesó la autora.
El acto, por lo demás, siguió el protocolo habitual, sin grandes fastos: entrega de un farol en miniatura y firma en el libro de honor. «Estimados amigos y amigas de la Cofradía. Es un honor y un privilegio contar con vuestro apoyo», estampó con su rúbrica Sáenz de Urturi, que quedó anonadada al contemplar desde la buhardilla de la sede de la Cofradía ese San Pedro y los caños de la 'Zapa' a través de las claraboyas y ventanucos. «Desde pequeñita hemos tenido mucha relación con la patrona, de visitar muchos edificios religiosos. Siempre íbamos al Rosario de la Aurora, primero con la familia y luego, cuando fui neska, con la cuadrilla», compartió ilusionada.
Y es que, pese andar a caballo entre Madrid y Alicante, la autora nunca ha querido perder «sus raíces y su ancla»: Vitoria y Álava. «Mis abuelos vivían en Zapatería 95. Siendo una niña he correteado esta calle. Todo este ambiente y estos empedrados son parte de mi infancia, de mis recuerdos y, procuro, de mi día a día», aseguró. «Soy muy de respetar las tradiciones, ya fui chupinera y tengo la costumbre de ir con mis hijos a las barracas. Y, por supuesto, de adolescente, cumplía la principal: no pisar la casa y no perderse nada», zanjó entre risas.
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