Se respiraban las mismas ganas de fiesta que en la versión adulta. Rafa Gutiérrez

Desfase menudo en la cantera de La Blanca

Miles de personas acuden a La Bajada de Celedón Txiki y Edurne, que por primera vez se celebró, con acierto, en La Virgen Blanca. «Este es su sitio»

Martes, 7 de agosto 2018, 11:46

Tiene que ser dificilísimo encontrar hoy cita en algún fisioterapeuta de la ciudad. Las consultas tienen que estar colapsadas con tanto tirón cervical y tanta contractura después de que este martes cientos de sufridos padres tuvieran que cargar con sus retoños sobre los hombros. ... Todo para que no se perdieran detalle del acto más especial del día más menudo de La Blanca, la Bajada txiki, que ayer vivió una edición cargada de novedades. La pequeña neska ahora es Edurne -ya era hora de que bautizaran a la criatura- y el angosto escenario de la plaza de España, al que cada año le acababan saltando las costuras ha dado paso al más holgado de la Virgen Blanca, que, sin embargo, se quedó pequeño. Menuda farra.

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Algo menos de media hora antes del inicio de la fiesta, en la Virgen Blanca ya no cabía un alfiler. Y minutos antes del chupinazo, el personal, con sus cientos de carritos, ya desbordaba la plaza por Postas, hasta casi la Dato. La imagen recordaba bastante a la que se vivió en el mismo escenario cuatro días atrás, solo que cubierta de un barniz de inocencia. El botellón dio paso al biberón en esta suerte de cantera festiva, pergeñada para alumbrar a los que han de perpetuar la tradición. Todos estaban emocionados. Bueno, a decir verdad, todos, todos... no. «A mí me parece un rollo esperar tanto rato para ver bajar a unos muñecos. ¡Esto es para pequeños!», se quejaba Asier en uno de esos comentarios que hacen temer a sus aitas que, efectivamente, su retoño se está deslizando, cuesta abajo y sin frenos hacia el pedregoso terreno de la preadolescencia.

Menos mal que la mayoría todavía conserva intacta la ilusión. «Mira, cariño, mira hacía allí arriba son Celedón y Neska txiki», señalaba Marisa en dirección a los dos muñecos que, justo en ese momento, pasaban por encima de la cabecita del pequeño Unax, de seis años. «Jo, amama, no te enteras, que aita me ha dicho que ya no se dice neska, que se llama Edurne», le aclaraba el nieto a su despistada abuela, en uno de esos tonitos -un poquito redichos- que utilizan los críos cuando se ven obligados a explicar algo de perogrullo a sus mayores. «¡Qué manía con cambiar las cosas! Para mí siempre será Neska txiki, mucho más bonito que Edurne», comentaba la paciente amama. Se ve que a algunos les cuesta adaptarse a tanta novedad, bastante más que a los propios canijos.

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Galería. Celedón txiki y Edurne, tras cruzar una abarrotada plaza de la Virgen Blanca. Igor Aizpuru, Rafa Gutiérrez y Blanca Castillo

«Se está mucho mejor»

Lo que sí contó con el beneplácito unánime del público fue el «acertado» cambio de la ubicación del acto, de la plaza de España a la Virgen Blanca. «Ha venido mucha más gente y se está mejor, aunque creo que no se termina de ver bien lo que pasa en la balconada y se ha escuchado poco la orquesta», apuntaba Gloria Martín. «Yo creo que este es su sitio, donde debía estar desde hace mucho tiempo: las aglomeraciones que se montaban en la plaza Nueva no eran ni medio normales, algunos años hasta parecía peligroso», razonaba Mikel Ezquiaga, todo un valiente que, además de llevar al sarao a su pequeño Markel -en el carrito, dormido como un tronco a pesar del bullicio-, también se cargó a las espaldas a sus pizpiretas sobrinas Saioa, Elena y Martina, preciosas ellas vestiditas de neska. «A mí me gustaría ser Edurne al año que viene», deslizaba con desparpajo la pequeña Martina. Ahí queda su autocandidatura.

De momento, el cargo menudo lo ostenta la pequeña Hiat Nevado, que ayer encarnó a la primera Edurne de la historia del mundo mundial, acompañada de Unax Montejo, Celedón txiki. Tantas ganas tenía la protagonista de salir a darse un baño de masas que se hizo un pequeño follón con el protocolo. Bajó la escalerilla del piso de Postas tan rápido que tuvo que dar media vuelta y volver a subir, en lo que fue la anécdota de una Bajada menuda tan novedosa como impecable.

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Con sus paraguas azul (para él) y granate (para ella) y escoltados por un séquito de blusas y agentes de la Policía Municipal, los pequeños no tuvieron demasiados problemas para atravesar la plaza, llena hasta la bandera, y hollar la 'cima' de la balconada de San Miguel. Allá arriba les estaba esperando Celedón senior -ojalá su subida fuera tan fácil- que saltó y bailó con los protagonistas de este pequeño gran desfase menudo.

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