Borrar
Miriam Faido posa en la ambulancia de la Curz Roja en Mendizabala donde ejerce como voluntaria. Igor Martín
«Me enganché a las emergencias en fiestas»

«Me enganché a las emergencias en fiestas»

Miriam Faido | Enfermera y voluntaria de Cruz Roja ·

Siempre ha vivido la cara festiva que nadie quiere ver. Este año descansará

Judith Romero

Lunes, 27 de julio 2020

Las fiestas de 2013 supusieron un antes y un después en la percepción que Miriam Faido, enfermera y voluntaria de Cruz Roja, tiene de La Blanca. Para ella fue el momento en el que descubrió que quería ayudar a los demás, incluso cuando a su alrededor corriese la juerga. Entonces tenía 22 años, acababa de terminar la carrera y logró su primer empleo como enfermera en el puesto sanitario de las barracas de Mendizabala, dependiente del Ayuntamiento.

«No he vuelto a vivir el Chupinazo desde entonces, a las 18.00 siempre estamos en alguna carpa atendiendo a alguien. Pero no me importa», sonríe Faido, quien en los años posteriores ha seguido cosiendo brechas, atendiendo intoxicaciones y aliviando mareos en todas las ediciones de la Blanca. «Acabé un poco loca con el ruido de las atracciones, pero fue un buen año. Trabajaba de 19.00 a 2.00, así que pude aprovechar y vivir las fiestas por la mañana, algo que me gusta mucho», recuerda. Aquellos seis días le engancharon al mundo de las emergencias y los subidones de adrenalina que vienen con ellas.

«Empecé a conocer el mundillo. Todavía escuchaba cosas que no entendía en el 'talkie' y no tenía preparada la mochila para salir corriendo si pasaba algo. El último día nos avisaron de que un señor estaba inconsciente y allí me planté con el tensiómetro y el glucómetro y un poco nerviosa», explica. Siete años después, Faido es profesora de Primeros auxilios en la Cruz Roja y también forma parte de su grupo de montaña.

La joven no olvida una de las muchas lesiones provocadas por las botellas de vidrio que se introducían en el chupinazo que vio en sus primeras fiestas como sanitaria. «A un chico le impactó una en un gemelo y le provocó un agujero considerable», señala Faido, quien apoyó el dispositivo de Osakidetza junto a la Plaza de España antes de volver al aparcamiento de Mendizabala. Desde entonces no falla con su chaleco rojo para ayudar a que los vitorianos continúen con la fiesta de madrugada y lidien con algunos excesos. «Me he curtido con el tiempo. Hace dos años estuve trabajando en clubes de Ibiza como enfermera y ya nada de lo que veo en la calle me sorprende», bromea. Este año ha luchado cada día cara a cara contra el coronavirus en la UCI del hospital Santiago.

¿Y estas fiestas?

  • Fuera por primera vez Sin necesidad de sumarse a ningún voluntariado sanitario ante las 'nofiestas', se marchará de vacaciones estos días por primera vez.

LA BLANCA 2013

El año del bicentenario de la Batalla de Vitoria y del circo sin animales salvajes

Hasta 118 personas tuvieron que ser atendidas por cortes el año en que Miriam Faido debutó como enfermera en el chupinazo. Los voluntarios y el personal de limpieza retiraron un total de 13.200 botellas de la plaza, una cifra importante pero mucho menor que la registrada en años anteriores. Aquel año la plaza de la Virgen Blanca se tiñó de verde y blanco para recibir a Celedón. Nunca antes se habían visto tantas banderas de Vitoria durante la Bajada, y el color naranja de la compañía telefónica Euskatel pasó a un segundo plano.

Si a Celedón le salió bien la campaña publicitaria que llevó a cabo en lugares de Bizkaia como las marquesinas y el tranvía de Bilbao, en 2013 numerosos vizcaínos acudieron a la capital alavesa para comprobar cómo 'la diversión baja del cielo'. Y aunque se sintió un poco indispuesto antes del momento más esperado del año y hacía un calor asfixiante, Gorka Ortiz de Urbina cumplió con su misión y completó el paseíllo en sólo 3,31 minutos. Bilbaínos y otros turistas contaron además con un nuevo lugar en el que pasar la noche si la fiesta se alargaba demasiado, ya que el hotel Abba Jazz abrió sus puertas aquel 3 de agosto, justo a tiempo para La Blanca, en el lugar donde se erigía el Almoneda.

El profesor de Historia Contemporánea de la UPV/EHU José María Ortiz de Orruño, artífice de buena parte de los actos de conmemoración del bicentenario de la Batalla de Vitoria, fue el pregonero en estas fiestas que coincidieron con el ascenso a Segunda del Alavés. Los paraguas albiazules se colaron incluso en el Rosario de la Aurora como guiño al equipo de fútbol y la Hermandad de la Virgen Blanca también estaba de enhorabuena, ya que en 2013 celebró sus 400 años de historia.

En Mendizabala el público disfrutó por primera vez del circo sin animales salvajes, únicamente con perros y caballos, tras la prohibición de su uso por parte del pleno municipal. El honor de encender el cohete anunciador de las fiestas recayó en Daniel Fernández, presidente del Banco de Alimentos de Álava, quien deseó que algún día esta asociación que sigue muy presente en el territorio pudiera desaparecer.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo «Me enganché a las emergencias en fiestas»