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Son algunos de los vitorianos que más veces han saludado a Celedón desde la plaza de la Virgen Blanca -y antes desde la de España-, pero ya habían renunciado al «sueño juvenil» de prender la fiesta desde San Miguel. Pero a veces, los sueños se ... cumplen. Andrea Corres, Daniel Uriondo, Juan Luis Soriguren y Aurelia Izquierdo 'Tita', todos ellos usuarios de los centros socioculturales de mayores de la ciudad, serán los encargados de prender la mecha festiva ante una plaza abarrotada. Ayer fueron designados por sorteo. EL CORREO les reunió -salvo a Daniel, que apura unos días de vacaciones-, para pulsar su tensión el día que conocieron la gran noticia. «Esta será La Blanca de nosotros, los jubilados», prometen.
«Me apunté porque lo sugirió un compañero, pero nunca pensé que me tocaría a mí con todos los que somos», agradecía Juan Luis Soriguren. Este vitoriano es uno de los dos hombres y dos mujeres elegidos por sorteo entre el total de 33.000 usuarios de la red de centros socioculturales de Vitoria. Ellos representarán a las 67.067 personas mayores de 60 años empadronadas en la capital alavesa. «Siempre he vivido las fiestas desde abajo en la plaza con la cuadrilla, pero este es un sueño hecho realidad», explica quien, cuando llega agosto, desempolva sin falta la blusa de Los Txismes.
Soriguren dedicará el chupinazo a su familia y a su padre, fallecido el pasado mes de abril, pero además contará con el privilegio de lanzarlo en compañía. Además de ser otra usuaria del centro sociocultural de mayores de San Prudencio, Aurelia Izquierdo 'Tita', es su mujer. «¡Qué alegría! Estábamos celebrando que Juan Luis lanzaría el chupinazo cuando me he enterado de que yo también había sido seleccionada», celebró esta antigua trabajadora del ambulatorio de Olaguíbel.
Este atípico concurso ha traído consigo todo tipo de sorpresas, y es que algunos participantes como la propia Tita desconocían estar implicados en él. «Juan Luis me apuntó sin preguntar, pero si uno de los dos está emocionado es él, es algo que siempre deseó», reconoce esta mujer recientemente jubilada y originaria de Miranda de Ebro. «Me mudé a Vitoria hace 43 años y pedí el traslado desde el hospital de Miranda. Estoy muy unida a esta ciudad».
Por turno, el chupinazo de 2018 corresponde al PSE, aunque desde 2007 los grupos políticos municipales ceden el testigo a un colectivo o persona de su elección. Pero nunca antes había habido una selección de candidatos tan inmensa. «Ahora los jubilados tenemos mucho por delante y estamos de rabiosa actualidad, ya era hora de que se nos tuviera en cuenta», reivindica Daniel Uriondo, quien conoció la noticia desde Oporto, donde se encuentra disfrutando de sus vacaciones. Frecuenta el centro sociocultural Aranbizkarra junto a su mujer Marian, a la que afortunadamente hace poco se le ocurrió acudir a por el carné.
«Fue pura casualidad y nos apuntamos ambos, nunca íbamos a volver a tener una oportunidad como esta», reflexionaba ayer. Finalmente, el elegido fue este antiguo director de fabricación residente en Los Herrán. «Siempre creímos que el chupinazo era para personas de alto copete, gente que había logrado ser conocida en la ciudad, pero ha llegado nuestro turno», reflexiona Uriondo, que lleva años equilibrando las vacaciones con las fiestas, su otra pasión. «Intentamos pasar agosto en Vitoria, es un momento que solemos compartir en familia».
Los centros socioculturales de mayores recogieron las solicitudes de los interesados entre el 20 de junio y el 4 de julio, y el sorteo se llevó a cabo ayer en presencia de testigos como Andrea Corres, que casualmente resultó agraciada. «Estuve dudando si bajar o no a ver quién había ganado, ¡Y de repente me di cuenta de que la elegida era yo!», sonreía ayer esta mujer nacida en Labraza hace 68 años. «Estoy muy implicada en las comisiones para realizar actividades que tenemos en el centro cultural, pero no esperaba tener esta suerte», reconocía.
Antigua profesora de EGB y auxiliar en el centro Bizia, Andrea se pregunta si sus alumnos la reconocerán durante el gran momento. «Este gesto pone en valor el trabajo que hemos hecho los mayores, cómo hemos vivido con menos recursos pero aún así hemos logrado sacar a nuestros hijos adelante», valora esta abuela y madre de tres hijos. Encender la mecha del chupinazo era algo que ni se le había pasado por la cabeza. «Voy a tener que comprar lotería a ver si sigo con esta buena racha», sonreía.
Los nervios iniciales fueron desapareciendo horas después del anuncio. «Ya estamos más relajados, pero pensar que toda Vitoria va a estar pendiente de nosotros en un momento tan importante resulta abrumador», reconocía Soriguren desde la balconada de San Miguel. «Ni yo sabía que estaba apuntada al concurso y ahora lo va a saber toda Vitoria», avanzaba Izquierdo, su mujer. Desde Portugal, Uriondo lamentaba que su esposa no hubiera corrido la misma suerte. «Marian tendrá que conformarse con vernos desde abajo, ojalá nos hubiera tocado juntos pero era algo muy difícil», valoraba antes de conocer que compartiría el momento con un matrimonio. «Este sorteo demuestra que no hay nada que los jubilados no podamos hacer, ni siquiera tirar el chupinazo», resumía Corres.
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