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La prensa especializada ha coincidido en señalar que su actuación en el Velódromo de San Sebastián el pasado mayo fue su consagración definitiva como artista. ... En realidad, tan solo era un paso natural tras llenar los principales teatros y salas vascas. Y se puede decir que más que una consagración, lo es como la última estrella del pop vasco. En la noche del domingo en la plaza de los Fueros, la cantante Izaro Andrés (1993, Mallabia) volvía a dar muestras de su gran talento con un 'show' lleno de momentos vibrantes y emocionantes en los que la comunión con el público fue más que evidente. Las gradas de la plaza estaban abarrotadas y hubo una buena entrada a los pies del escenario. A la vizcaína le bastaron diecisiete canciones de un repertorio colorido que pasea por momentos más luminosos, otros más naífs y algunos movidos por la crítica social y la rabia. «El feminismo es necesario», dijo antes de interpretar 'Libre' cuando también denunció que se sigan produciendo situaciones de desigualdad y apeló a los casos de pinchazos.
La artista vizcaína, acompañada de Iker Lauroba a la guitarra, Garazi Esnaola al piano, Julen Barandiaran al bajo y David Gorospe como batería, se paseaba como si estuviera en casa por el escenario. Aunque su hábitat natural suelen ser los espacios cerrados, la adaptación del repertorio explorando el lado más enérgico y positivo dio muy buenos resultados. Además, el gran trabajo que se nota que hay detrás de cada gesto, movimiento y compás cuenta con una banda cómplice que la entiende a la perfección. Un buen rollo que hizo que incluso bromeara en una pausa entre 'Invierno a la vista', uno de sus temas más conocidos que arrancó con palmas, y 'Canción para Elisa', un tema que «cuenta la historia / de un pequeño pueblo alavés / que nacieron ocho hermanas', en referencia a su 'amama' por parte de padre, en la que la música de raíces alegra el recuerdo de unas estrofas que escribió la misma noche en que falleció. Fue en esa pequeña pausa entre canciones cuando se escuchó cerca del escenario una txaranga, a lo que reaccionó bailando ganándose la risa y el aplauso del público.
Si en la primera parte del concierto brilló especialmente con canciones como 'Hainbeste', 'Tú escala de grises' o 'Errefuxiatuena', hacia el final quiso sumarse al ambiente festivo junto a su equipo, incluído los 'backliners' para bailar 'Bizcochito', tema de Rosalía que reprodujo por los altavoces de la plaza. Ese buen rollo continuó con un bis aclamado al unísono, 'La felicidad', algo que logró entre un público joven especialmente, pero que contagió a varias generaciones. Antes, temas como el vitalista 'Oso blanco' con ese coro al unísono ('lo, loo'); 'Delirios', una de sus mejores letras que en directo gana más fuerza por el baile; 'París', celebrado medio tiempo, o 'Aquí', una suerte de canción de infancia que dedicó a su familia. Para entonces ya se había metido en el bolsillo a sus seguidores y a los que pasaron por la céntrica plaza sin conocerla. Más de uno habrá apuntado su nombre para sumarlo a la lista de reproducción.
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