La calle Olaguíbel se convierte en un ruedo con mucha chispa

Pero el toro de fuego no es solo para los más pequeños, y es que hasta los más mayores se acercan a ver este espectáculo de llamas, aunque curiosamente prefieren mantenerse al margen, tras los burladeros imaginarios. «De pequeña me daban miedo, y ahora me toca a mí salir con el toro, la verdad que desde dentro asusta un poco», explicaba Saioa Iñiguez de Onsoño, una de las encargadas de acompañar al toro en su marcha.

Y aunque siempre hay alguna que otra caída producida por la emoción del momento, nada les frena a estos chavales, que a pesar de que las chispas pueden resultar ser incluso un poco dolorosas, estos niños vitorianos se lanzan al ruedo bien de la mano de sus padres o solos. Este es el caso de Jesús Borja, que afirma que cada año sus hijos «pierden más el miedo». «El año pasado mi hijo se escondió por detrás , pero cada vez le gusta más», relataba con gracia Jesús. Por otro lado los hay que a pesar de ser demasiado pequeños incluso para correr delante del toro al grito de «más más», pedían con ansía una nueva ronda de fuegos y petardazos que dejaron a más de uno con la boca abierta.

Pero lo que hace que este evento sea aún más fantástico son las charangas que acompañan a los valientes mientras corren delante de este ardiente toro. Con canciones como 'pintxo-pintxo' o unos pasodobles, el ambiente que se crea es todo un espectáculo para quienes se acercan a Olaguíbel.