Antes de nada, una lista de canciones que han sonado hasta ahora por los altavoces de las txosnas de Vitoria. 'The girl, so confusing', de Charlie xcx & Lorde; 'Rush', de Troye Sivan; 'Fiesta de Locos', de Calle 13; 'Lilili', de Merina Gris o 'Amore' ... en su versión mixeada por Malakias & J Martina. Los temas acumulan un buen número de escuchas, desde 28.000 hasta 41 millones. Prácticamente en ningún caso se podría decir que sean desconocidos para el público, pero sí extrañaría que se pincharan en cualquier otro recinto festivo.
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Con los conciertos programados para este espacio (para los que el Ayuntamiento aporta de forma anual una subvención, en La Blanca de 2023 fue de 65.000 euros sin IVA) existe una sensación similar, pese a que algunos de los artistas roten entre los escenarios más céntricos, como Doctor Deseo en 2018, que ayer mismo actuó en Fueros o Dupla, el dúo de Agurain que se acercó hace un año a El Machete y en la medianoche del martes abarrotó el escenario principal del campus con temas tan coreables como 'Fandango Nasty' o 'Ronkola'.
Pues bien, la música es sólo una de las bases que ayudan a entender el tirón que tiene esta zona entre buena parte de los vitorianos, para los que sería bastante difícil imaginarse las fiestas sin su presencia, como amagaron hace unas semanas sus organizadores por la obligación de usar el sistema de facturación TicketBai (finalmente no se aplica).
«Traen a grupos menos conocidos, pero que se esfuerzan por conectar contigo para que disfrutes», apunta Markel Gómez. «No es un ambiente de discoteca, hay muchísima variedad», añade Naroa Calleja. «Y la música no para», zanja Alain, que prefiere emplear su nombre artístico, Sasha Gurrupachikuda, con el que actuó en la Gazte Karpa.
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El lema bajo el que se promociona la asociación impulsora (Gure Txonak-Txosnen Batzordea Elkartea) hace referencia al «movimiento popular» ('Jaietan Herri Mugimenduarekin', en euskera). Esta filosofía se deja notar tanto en los precios a los que ofertan la comida y bebida (prácticamente nada supera los seis euros; desde macarrones o pisto ecológico hasta bocatas), como en las pancartas reivindicativas que decoran las diez casetas -de Iraultza 1931, el Movimiento Feminista de Gasteiz o Errekaleor Bizirik, entre otras- y en la sensación de «buen rollo» que se respira en todo momento.
Precisamente ahí es hacia donde apuntan las generaciones más jóvenes que, en muchos casos, han heredado como parte de la tradición familiar encontrar en este punto un área de ocio alejada del barullo que se da en el centro de la capital alavesa.
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«Lo he vivido toda la vida y siempre me ha gustado mucho», apunta Calleja. «Hay muchísimo respeto entre la gente, el buen rollo de aquí es único», continúa Gómez, que se fija en detalles que contribuyen a ese estado de ánimo como el teléfono anotado en los diferentes puestos por «si has visto o sufrido una agresión machista» (747414834). «Al final, aquí es donde se junta todo el mundo», matiza Alain.
Esta noche el colectivo navarro Chill Mafia, uno de los más revolucionarios en la escena vasca por sus letras descaradas, prevé llenar de nuevo el escenario central de las txosnas (a las 00.00 horas) gracias a su mezcla de trap, reggae o música tradicional euskaldun.
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