Borrar
Ainhoa Izaga, Sergio Hernández, Markel Uriarte y Aitziber Porras posan para el reportaje. Igor Martín
Campaña de EL CORREO por el respeto en el deporte: «El respeto es una labor colaborativa»
Kirolean Errespetuz

Campaña de EL CORREO por el respeto en el deporte: «El respeto es una labor colaborativa»

Cuatro entrenadores alaveses de diversos deportes recalcan la importancia de trabajar con las familias para erradicar la violencia

Sábado, 23 de noviembre 2024, 00:39

No se llevan los focos y ejercen únicamente a cambio de la satisfacción que les da su trabajo, pero son esenciales en la formación humana y deportiva. Cuatro entrenadores de diversas disciplinas, que trabajan sobre todo con equipos de categorías inferiores, comparten la demanda de erradicar cuanto antes la violencia en el deporte. Un trabajo que, aseguran, debe realizarse de forma conjunta entre todas las partes. Que entrenadores, árbitros, familiares y por supuesto jugadores trabajen por un fin común. «Somos personas y todos intentamos aportar en lo que sabemos», resume Markel Uriarte, entrenador de baloncesto.

Cada deporte ofrece herramientas valiosas para frenar esos desagradables episodios de violencia. Como ejemplo, el famoso tercer tiempo del rugby, ese espacio ideal para volver a tender puentes una vez terminado el partido, «aunque en el campo hayas tenido algún encontronazo», expone Aitziber Porras, entrenadora de rugby. Un espacio para recuperar el carácter lúdico del deporte. «Hacemos mucho hincapié en que los niños y jóvenes vengan a disfrutar», añade.

«En el momento en el que hay violencia ya no se disfruta», apostilla Ainhoa Izaga, entrenadora de balonmano, un deporte «con reglas muy marcadas» que ayudan a frenar esos posibles episodios dentro de la pista. En otros como el fútbol, muy afectado por estas situaciones, también se trabaja con ahínco. En la cancha, pero también fuera de ella. Porque es un objetivo que deben compartir también los padres y los familiares que acuden a la grada. «Hay que hacerles ver que debemos ir por el buen camino y que tienen que transmitir valores», apunta Sergio Hernández.

Kirolean Errespetuz es una iniciativa que promueve EL CORREO con el patrocinio de la Diputación Foral de Álava cuyo objetivo es mentalizar a todos los actores del deporte alavés sobre la necesidad de poner en primera línea de foco el respeto entre deportistas, árbitros, entrenadores, público y padres: https://www.elcorreo.com/kirolean-errespetuz

  1. Markel Uriarte Entrenador del CB Araba categoría nacional

    «Creo que se es consciente de que todos intentamos ayudar»

Markel Uriarte (27 años) solo recuerda un episodio cercano lo suficientemente grave de agresividad en su deporte, el baloncesto. «En el club sí que tuvimos hace un par de años un caso con un equipo visitante. Una persona de la grada de ese equipo se cebó con el árbitro», lamenta. Un momento inusual, porque ve que el suyo es «un deporte bastante sano». Lo percibe porque, a su juicio, el día a día se trata con normalidad. «Creo que se es consciente de que al final todos somos personas y que todos estamos intentando ayudar en lo que sabemos o en lo que creemos que hacemos bien», expone.

«Cada vez estamos más por la normalización que por los repuntes de agresividad», celebra. Aunque para seguir por esa línea se hace un trabajo que pocas veces trasciende. «A principio de temporada a todas las familias y a todas las jugadoras les mandamos un decálogo de buenas prácticas. Ya no solo hacia el árbitro o hacia el estamento arbitral, sino también hacia el equipo rival», detalla.

También es importante que eso no quede en papel mojado, sino que se apliquen castigos en caso de darse faltas de respeto en alguno de esos eslabones de la cadena. «Siempre que haya alguna intentamos que se haga saber y no quede impune», confirma el entrenador.

Uriarte percibe que una de las claves para que ese proceso resulte efectivo es que los progenitores también se impliquen en la erradicación de la agresividad. «Solemos reunirnos con las familias para enfatizarles eso. Que ese respeto y esa educación hacia su hija la hagan palpable para que nosotros podamos hacer buen uso de ello», resume.

Es algo que ve sobre el parqué. Él dirige a jugadoras sénior, con edades que abarcan de los 18 a los 29 años, pero también ha trabajado con jugadoras más jóvenes, en las que esa concienciación es incluso más necesaria. «Se está viendo también en el deporte escolar o de categorías inferiores que eso no tiene que tener cabida en nuestro deporte o en nuestra sociedad», sentencia.

  1. Aitziber Porras Entrenadora del Gaztedi RT sub-12

    «El tercer tiempo del rugby nos permite restaurar la relación»

Aitziber Porras (46 años) aplica al mando del equipo sub-12 del Gaztedi la templanza que tuvo a lo largo de una carrera profesional en la que llegó a disputar Europeos y Mundiales. En ese tiempo, confiesa, ella misma protagonizó algún pequeño episodio del que se tuvo que disculpar y que no quiere ver en los jóvenes que adiestra. «Sí que he tenido algún momento de desregulación, de que se te va. Pero es verdad que siempre lo he resuelto de manera positiva, hablando con la persona con la que has tenido en ese partido el encontronazo», expone.

Su diagnóstico es positivo. «Creo que en el rugby existe bastante respeto hacia el cuerpo arbitral», introduce. Lo hay, argumenta, porque tanto la normativa como la filosofía del rugby chocan con la posibilidad de que se produzcan faltas de respeto reiteradas. «No te puedes dirigir directamente a las personas que están realizando el arbitraje. Única y exclusivamente puede la persona que representa la capitanía», recuerda. Eso se extiende tanto a jugadores como a técnicos.

Pero hay un elemento que marca la diferencia: el tercer tiempo. Una vez finalizado el partido, el equipo local invita al visitante a un evento relajado en el que puedan intercambiar impresiones olvidada ya la tensión. «Nos da la posibilidad de restaurar la relación, aunque en el campo hayas tenido algún encontronazo», celebra. Porque los hay. «Que existe violencia es algo que no podemos negar», lamenta. Aunque su análisis va más allá. «También hay momentos en los que la parte que está afuera, como familiares, también pueden generar esas situaciones», explica.

Es por ello que en su club se trabaja mucho en el respeto. Desde dentro y desde fuera. «Esto es una labor colaborativa», recalca. Un decálogo de buenas prácticas preside desde hace tiempo la grada de Gamarra y también se informa al principio de curso a los familiares. «Hacemos mucho hincapié en que vienen a divertirse y a disfrutar lúdicamente», resume. Consiste en guiar «en el aprendizaje de los valores del deporte y de la vida».

La campaña de EL CORREO Kirolean Errespetuz refuerza la promovida por la Diputación Foral de Álava ¡El insultar se va a acabar! contra los insultos y faltas de respeto en las gradas: web.araba.eus/es/deporte

  1. Sergio Hernández Entrenador del cadete A del CF Zaramaga

    «Los padres solo deben enfocarse en animar al equipo»

El fútbol tiene el privilegio de ser, de largo, el deporte que más personas practican en España. Fruto de ello es también el deporte en el que más faltas de respeto se detectan y denuncian. Bien lo sabe Sergio Hernández (39 años) que antes de ponerse a los mandos del cadete A del Zaramaga desarrolló una larga carrera que incluso le llevó a competir en Segunda B. Tyson, su nombre de guerra futbolístico, asume una complicada realidad. «Suele haber episodios de violencia en este deporte. Creo que es un tema muy importante que hay que evitar porque vemos casos continuos», lamenta.

De momento no ha experimentado episodios desagradables de violencia o insultos en primera persona. Un cambio de tercio respecto a sus experiencias como futbolista en categorías semiprofesionales. «Ahí sí que he visto casos de violencia hacia el contrario o hacia el árbitro», lamenta. Ahora, además de procurar que sus jóvenes jugadores eviten caer en esas faltas de respeto, pone el foco en que los espectadores sean también conscientes del problema.

En este caso, fundamentalmente, los familiares que acuden a verles. El objetivo es que tengan claro qué hacer y, sobre todo, qué no pueden hacer. «A principio de temporada solemos hacer reuniones con los padres sobre cómo tratar estos casos», expone. Ahí desarrollan el protocolo a seguir si se producen este tipo de situaciones y repiten una idea muy clara. «A los padres siempre les tenemos informados de que tienen que intentar ir a ver el partido, apoyar al equipo y a sus hijos. Que solo se enfoquen en el deporte y en animar al equipo», recuerda.

Esta suma de esfuerzos que abarca a todos los participantes debe servir para «llevar a una dirección correcta el tema de la violencia y el respeto en el deporte». Ahí Hernández destaca la importancia de «transmitir valores» y «hacerles ver que tenemos que ir por el buen camino». La fórmula para convertir el fútbol en el deporte rey también en su lucha contra la violencia.

  1. Ainhoa Izaga Entrenadora del infantil del CBF Eharialdea

    «Cuando hay violencia, el deporte ya no se disfruta»

Ainhoa Izaga (25 años) dirige al infantil del CBF Eharialdea, club vitoriano íntegramente femenino de balonmano. Un deporte «de bastante contacto» que puede acabar generando roces y conatos de tensión durante los partidos. «Hay más enfado y la gente se puede calentar mucho más», reconoce la entrenadora. Aunque cree que en ese aspecto las normas limitan esos episodios violentos dentro de la pista. «Es un deporte que tiene las reglas muy marcadas», expone.

Por eso, no cree que el balonmano sea una de esas disciplinas que hayan vivido un preocupante repunte de agresividad en los últimos tiempos. Aunque de la misma forma también asume que la máxima debe ser reducir a cero esos escasos y desagradables episodios.

Cuando han vivido alguno de cerca, la celeridad a la hora de atacarlos ha sido clave para evitar que pasaran a mayores y pudieran reproducirse. «Cuando se ha dado alguna situación que la gente no sabe controlar, aunque no se suelen dar mucho, hemos intentado erradicarlo desde el principio», detalla.

Esa actuación nace también de la colaboración entre el club, las jugadoras y sus familiares en todas las fases de ese proceso. Que estos últimos sean los que complementen el trabajo realizado desde la estructura del club. «Sobre todo consiste en educar en valores a las chavalas y a las familias», recalca.

Su entidad, que ha cambiado de presidencia y junta directiva en los últimos meses, no cuenta con ningún protocolo específico porque no se ha visto en la necesidad de plasmar sobre un papel una filosofía que todas las partes tienen clara. «Lo más importante es que sea un deporte respetuoso. Que sea un deporte en el que entre el disfrute por encima de todo. Y en el momento en el que hay violencia ya no se disfruta», resume.

Aunque también abre la puerta a poder incorporar algún reglamento específico que ayude en esa concienciación. «Sería importante tener alguna base para poder aplicarla en el momento que haga falta», razona.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo Campaña de EL CORREO por el respeto en el deporte: «El respeto es una labor colaborativa»