Salustiano Orive, el famoso inventor del dentífrico Licor del Polo, estuvo implicado también en la creación de otro licor (esta vez alcohólico y recreativo) en honor a los defensores del Sitio de Bilbao
«Abajo los explotadores», «salud a la química moderna» o «viva la ciencia médica» son algunas de los curiosos exabruptos que Salustiano de Orive y Oteo (1842-1913) incluía en sus anuncios de Licor del Polo. Liberal, republicano, ateo recalcitrante y apasionado defensor de la ... ciencia y la tecnología, Orive puede que haya pasado a la posteridad como inventor de uno de los primeros y más exitosos dentífricos del mundo, pero hace 140 años en Bilbao era simplemente el farmacéutico de Ascao y un txirene con todas las letras.
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Aquel hombre nacido en Briones (La Rioja) tenía energía e ideas como para parar un tren, y no pasó mucho tiempo entre la inauguración de su botica bilbaína en 1870 y su ascenso meteórico a la fama local. Primero por la calidad de productos tan científicamente impecables como el Licor del Polo (1871) o el jarabe Orive contra la tos, pero también por ocurrencias y txirenadas como poner a un hombre de raza negra colgado de los dientes del Puente Colgante (con publicidad de su elixir bucal), abrir un balneario urbano o llenar la prensa bilbaína de estridentes anuncios.
Allá por la década de 1870 prácticamente una página entera de las cuatro o cinco de las que solía contar 'El Noticiero Bilbaíno' estaba copada por la publicidad del farmacéutico Orive, ya fuera sobre el Licor del Polo, su colonia, su remedio contra la solitaria, su aceite de hígado de pescado o su vino tónico con quina y naranja. Recuerden que por aquellos años era habitual que las farmacias elaborasen refrescos y destilados a base de hierbas medicinales, así que no nos puede sorprender que don Salustiano fabricase su propio jarabe de zarzaparrilla o algo aún mejor y mucho más bilbaíno: el Licor del Bombardeo.
Hace poco y de sopetón me encontré en un número del Noticiero de 1878 con un anuncio que promocionaba el 'LICOR DEL BOMBARDEO BILBAO 1874' y hablaba de tal producto como de un «delicioso néctar bélico dedicado al ejército español y a los valientes defensores de Bilbao. Este esquisito licor elaborado con el más delicado esmero se recomienda por sus escelentes condiciones higiénicas» (sic). Precio de cada botella 20 reales, de venta en puntos exclusivos como el Café Suizo, el café Sociedad de José Lazúrtegui o la tabaquería de Asua –estos tres en la Plaza Nueva– y en la confitería Las Delicias, en la calle del Víctor 1. Las Delicias era una mezcla de pastelería, cafetería y ultramarinos en la que se vendían también conservas, licores y refrescos de elaboración propia, así que no es de extrañar que estuviese implicada en la venta de este curioso licor y seguramente hasta en su misma fabricación, dado que el anuncio explica que en el entresuelo de Víctor número 1 se podían comprar cajas de 12 botellas al por mayor.
Buscando en internet 'licor del bombardeo' salen únicamente cinco resultados y todos dan como hecho supuestamente comprobado que Salustiano Orive fue el creador de este patriótico mejunje. En algunos sitios se dice que comenzó a publicitarlo a finales de 1875, aunque el anuncio más antiguo que he encontrado yo corresponde al Noticiero Bilbaíno del 29 de diciembre de 1877. Sin duda el anuncio se parece a los que Orive solía publicar en aquellos tiempos para sus propias fórmulas farmacéuticas, y no sería extraño que le hubiese dado por hacer una incursión en la destilería recreativa no medicinal: nuestro boticario más célebre luchó durante la Tercera Guerra Carlista y contra el asedio carlista en la primera compañía del Batallón de Auxiliares de Bilbao.
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Curiosamente don Salustiano era yerno de un destacado carlista, el brigadier Isidoro Ontiveros Ruiz, y fue gracias a su ayuda (y a la de su mujer) que pudo abrir inicialmente su farmacia, pero estas consideraciones no le impidieron ser fiel sus principios ni alistarse en el bando liberal durante la guerra. Bien pudo sacar este genial Licor del Bombardeo en honor de sus ex-compañeros de batallón y, de paso, para hacer la puñeta a su suegro. ¿A qué sabría el licor bombarderil? Lástima que no haya más referencias a él que esos antiguos anuncios, y lástima que no sigamos tomando tragos a la salud de los valientes defensores de Bilbao de aquel terrible Sitio de 1874.
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