No esperes una ruta gastronómica, tampoco una ruta cultural, sino la combinación de ambas, «un tour cultural gastronómico para disfrutar de visita panorámica, comer algo típico y socializar». Lo explica Olga de Hoyos, guía encargada de presentar los destinos, pasando también por locales de pinchos ( ... como lo escriben allí). 'Saboreando Santander' nació para ofrecer información turística y pasatiempo. «Desde varios hoteles nos comentaron que los huéspedes que viajaban por negocios no sabían qué hacer por la tarde-noche; nos pareció una forma de reunir a personas para que se relacionen con la ciudad y entre ellos». Por eso es los viernes y sábados a las 19:30 horas. Dura tres, así que como mínimo estarás acompañado hasta las diez y media, «aunque a veces se alarga, porque la gente está a gusto», cuenta.
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Arranca en la oficina de la agencia (www.smarttoursantander.com). Esperan quesada y sobaos de los Valles Pasiegos, «donde la tradición de lácteos es muy buena», comenta. Regados con copita de Tostaniego del Valle de Camaleño, vino dulce que marida a la perfección. Hoy, el grupo está compuesto por una madre y una hija vecinas de la capital cántabra que quieren saber más sobre ella, un argentino afincado en España con curiosidad por las costumbres y una nacida en Torrelavega en busca sus raíces que emigró a Italia cuando era niña.
Todos parten hacia el centro donde aprender, entre otros detalles, qué es eso de la Puebla Vieja y la Puebla Nueva, «así quedaba dividido en la Edad Media el asentamiento, cuando Alfonso VIII otorgó el fuero», explica. Frente a la catedral, cuya peculiaridad es un altar ubicado al este. En el Paseo Pereda, dedicado al escritor. Junto al Centro Botín, exposición artística más visitada. «¿A que ahora se agradece el vinito?», pregunta Olga en la terraza, donde el viento sopla con ganas. Delante del monumento al incendio narra dos tragedias sin las que sería imposible entender Santander, pues cambiaron su semblante y su alma: la explosión del barco Cabo Machichaco, que dejó 590 muertos en 1893 y, el incendio de 1941, en el que la mayor parte del casco histórico quedó arrasado.
En la ruta habrá visita a las Plazas de Pombo y Porticada, entre otros rincones. Los pinchos regados con la bebida que prefieras se salpican. «El precio incluye la primera y última degustación, en medio cada cual puede pedir lo que quiera o no tomar nada, hay gente que ha comido mucho o va a cenar», asegura. Tabernas como Casa Lita, con 300 variedades de pintxos (como lo escribimos aquí). Puedes pedir vino blanco Micaela, producido en el Valle de Villaverde, más tapa de queso cremoso con anchoa.
En la Plaza Cañadío estalla el ambiente nocturno, entre luces y bares, gentes que charlan y. Atentos a la anécdota sobre las farolas. Otra tiene que ver con el escudo de la villa, ¿serás capaz de descubrir qué aparece en él? Tras observar el mural del grabado de Braun de 1575, gracias al que entenderás mucho de lo explicado, toca otro imprescindible, la Bodega del Riojano. Impresionan sus toneles decorados y sus clásicos: tortilla de patatas guisada con salsa de callos, chorizo y alioli, croquetas, mollejas, chistorra, torreznos... Guarda espacio para el Mesón Rampalay. Aunque las rabas son más típicas por la mañana, es lo que pide la guía, además de plato de anchoas. «También tienen éxito las zamburiñas a la plancha», asegura. Los participantes charlan animados, hacen preguntas sobre la ciudad y hablan sobre sí mismos. Los lazos se estrechan entre copas y minutos compartidos.
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«No siempre vamos a los mismos locales, muchos merecen la pena: Cañadio, El Machi, la Bodega Fuente De, Casa Ajero, La esquina del Arrabal, La Cátedra, Casimira, la Gloria de Carriedo, Ramonoteca, La Tuta, Cantabria, Viva la Pepa 1812, Casa Ajero, El Perretxico, Sandoñana, Bar Cos, Masamadre, Doña Tomasa, Bar Oporto, La taberna del Herrero…», enumera Olga. El itinerario acaba en el Mercado del Este, un lugar tranquilo para las impresiones finales. Con tabla de quesos pedida en el puesto de Quesoba, empresa familiar de Sangas, en el valle de Soba, y gildas de La Casa del Indiano. Son más de las once de la noche. Hora de volver a casa.
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