Ruta para saborear los últimos días del verano en los bares y restaurantes de Laredo

La temporada de veraneo toca a su fin y con ella localidades como Laredo recuperan cierta tranquilidad, al menos entre semana. Estos últimos días de estío son una oportunidad inmejorable para disfrutar sin apreturas de su rica gastronomía, desde tabernas de aperitivo a mesas marineras, pasando por algún bistró que se propone agitar la escena local.

El sitio es pintoresco donde los haya. Uno de esos 'snack bar' a la americana que eran símbolo de modernidad allá por los ochenta. Si como es el caso, han sabido mantener su aroma, ahora son una rareza vintage que despunta sobre la hostelería uniformada. Buen café, tortillas rellenas, tostadas con tomate y jamón y una atención de otra época lo convierten en uno de los favoritos de Laredo a la hora de desayunar. También es uno de los más madrugadores, desde las 7 de la mañana dándole brío a la cafetera.

Uno de los emblemas de la hostelería local, que lleva abierto desde 1877 nada menos. Su especialidad han sido siempre los mariscos, las rabas, las croquetas o esas almejas con un toque secreto que se resisten a revelar, pero sobre todo el trato de una familia que lleva tres generaciones dedicada al oficio. Tampoco conviene perderse las cazuelitas de guisos caseros -deliciosos los callos y morros o las albóndigas de verdel o de bonito, según temporada-, las ensaladas, los caracolillos o el pulpo a la gallega. Punto de encuentro a la hora del vermú -o en cualquier momento del día- por su ubicación estratégica en la calle del mismo nombre.

Un clásico de Laredo donde paran las visitas ilustres. Su fuerte, como se pueden imaginar, son los pescados y mariscos a la plancha, servidos en un entorno de aires marineros y en una encantadora terraza reformados recientemente. Cuatro décadas de historia dan para cogerle el punto a los bogavantes, las cigalas o los peces de gran porte que caen en el plato. Merecen un tiento su salpicón de marisco o su cremosa sopa de pescado, aunque el público se pierde por su espectacular mariscada, su zarzuela 'Pescador' o su parrillada de pescado, pensadas para dos personas.

Para el poteo vespertino, otro viaje en el tiempo a un bar que parece un decorado de 'Cuéntame'. El Andrés es un histórico de la localidad, fundado en 1957, que sigue manteniendo su característica fachada de baldosín azul y su suelo de terrazo. Donde si innova y de lo lindo es en el repertorio de pintxos, uno de los más amplios y sustanciosos de la localidad, desde los rusos con mostaza y miel hasta el solomillo a la crema, el calabacín con jamón o la mini burger con foie. Su público es mayoritariamente gente del pueblo que valora su autenticidad.

Para los que buscan algo distinto o quieren un respiro del menú marinero que se impone en la costa, la recomendación es este Antídoto, regentado por el chef Álvaro Velasco. Formado junto a los grandes de la cocina española -Berasategui, Arbelaitz o Arola, entre otros-, se ha propuesto refrescar la hostelería local con propuestas que aprovechan la despensa del Cantábrico, pero la visten de influencias exóticas y técnicas modernas. Los que le conocen del gastrobar Somera le han seguido a su nueva ubicación junto a la Alameda Miramar. Ideal para una cenita romántica para despedir el verano.

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