Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Jesús Lens
Jueves, 4 de enero 2024, 17:05
Quienes creemos y celebramos los Reyes Magos tenemos mucho ganado a las austeras culturas que se quedan con Papa Noel. Para los anglosajones y los europeos más austeros, una vez que terminan con la resaca de la Nochevieja, se acabó lo que se daba. Los ... mediterráneos, más hedonistas, aún esperamos con ansia la llegada de los Magos viajeros de Oriente, esos Reyes que nos permiten alargar la ilusión de la Navidad hasta hoy mismo.
Una ilusión que se materializa en la mesa en esa exquisitez llamada Roscón de Reyes y que, durante unas horas, es capaz de convertir en fervientes monárquicos hasta a los republicanos más recalcitrantes, hablando en sentido figurado, obviamente.
No vamos a destacar ninguna cualidad nutricional del Roscón. Se trata de un regalo al que no debemos mirarle el diente. Es pura felicidad, compartido con la gente menuda de la casa, y un inocuo deleite pecaminoso si no tenemos la excusa de los peques a mano.
Originalmente, era un bollo que se hacía con una masa dulce y que se decoraba con vistosa fruta escarchada como símbolo de las gemas que adornaban las coronas de los reyes. Un bollo, pues, con la extraña capacidad de beberse la leche de las tazas. Con el discurrir del tiempo se fue rellenando de distintas cosas: nata, crema pastelera y, de un tiempo a esta parte, del ubicuo chocolate. O de trufa, moca, etcétera. Que no es por ponernos fundamentalistas, pero si a cualquier dulce le ponemos chocolate, ¿no uniformamos los sabores, perdiendo la gracia?
La fruta escarchada es esencial en el Roscón, aunque sólo sea por la parte visual, pero hay gente que no la soporta. La fruta escarchada, que hasta hace poco estaba vedada a las personas más pudientes, genera debates gastronómicos a la altura de la tortilla con o sin cebolla y del arroz con cosas. Equidistantes, sólo diremos que se trata de una fruta a la que primero se somete a un proceso de confitado y después se glasea con azúcar para darle ese toque a fría escarcha, como el tiempo.
La posibilidad de que el suertudo que encuentra un objeto escondido en un dulce se convierta en Rey durante unas horas viene desde el tiempo de las Saturnales romanas. El haba en concreto es símbolo de prosperidad y fertilidad.
Lo bueno de dulces como el Roscón es que van aparejados a un momento concreto, a una celebración anual determinada, aunque también es verdad que cada vez se venden antes y duran más tiempo en las vitrinas de las pastelerías y confiterías. De hecho, hay establecimientos especializados que los mantienen todo el año entre su oferta. Teniendo en cuenta que el próximo lunes 15 de enero es el Blue Monday, el día más triste del año –supuestamente– no está de más reservar un trozo de Roscón congelado para combatir sus efectos. O uno entero, si nos ponemos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Así es el ciclo diario de la melatonina, la hormona que te ayuda a dormir
Yolanda Veiga e Isabel Toledo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.