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Es probable que haya pasado de largo si no lo conoce. Céntrico como pocos –está a un paso de Jardines de Albia, a tiro de piedra del café Iruña y a dos pasos de Ledesma–, pero camuflado en un discreto semisótano, que comparte con la librería Kirikiño y con una mesa de tronío como el Trueba. Para un buen puñado de oficinistas, sin embargo, el Sirimiri es parada obligada para el café de media mañana y referencia recurrente a la hora de comer.
Su menú del día se mantiene –no sin esfuerzo– por debajo de la media, en unos 14,50 euros que a estas alturas de 2025 se antojan heroicos. El repertorio no parece nada del otro jueves –pisto a la bilbaína, ensalada campera, gallo frito, entrecot o postres caseros– pero, en realidad, es esa falta de pretensiones lo que me decide a entrar. Al cruzar la puerta nos recibe un aroma a ajo y cebolla que, salvo que sea un melindroso o acabe de recoger el abrigo del tinte, se interpreta como una buena señal. Lo que vamos a comer se prepara desde el punto de la mañana en la diminuta cocina que se esconde detrás de la barra.
Pero antes de probar el primer bocado, otro detalle llama poderosamente la atención: el buen humor de un equipo animado y atento, que da los buenos días a todo el que entra, trata de tú a la clientela frecuente y acompaña de una sonrisa cada plato que deja en la mesa. Lo dirigen Luz Ocampo y Lara Bermúdez, que nos cuentan, en dulce acento colombiano, cómo eran empleadas de los anteriores dueños y decidieron tomar el mando cuando ellos se retiraron. La clientela de entonces parece haber respondido; en el rato que paso a la mesa me doy cuenta de que casi todo el mundo se conoce, aunque sea de vista.
Pido pisto, gallo y tiramisú. La verdura del primero está cortada en trocitos desiguales, ergo, no ha salido de una bolsa de congelados. De segundo, dos lomos de pescado perfectamente limpios de espinas, envueltos en un rebozado ejemplar y acompañados de unos pimientitos. El postre –cuesta decidirse entre el tiramisú, el flan, la panacota, la tarta de queso o la crema catalana– me termina de conquistar.
El café está bien hecho y el vino es corriente. Qué miedo parece tenerle la hostelería de base en Bilbao a salirse de las cuatro etiquetas que todo el mundo conoce. Pero también es cierto que esa no es su liga y prefieren no correr riesgos. En resumen, quizá no estemos ante una referencia llamada a atraer la atención de los 'foodies' o donde dejarse ver entre decoración pintona, pero si lo que busca es un menú de cocina casera a un precio competitivo y en pleno centro de Bilbao –tarea cada vez más difícil– Sirimiri cumple con creces las expectativas.
Hasta hace un tiempo eran empleadas en este mismo Sirimiri, hasta que hace un par de años Luz Ocampo y Lara Bermúdez decidieron arriesgarse a tomar las riendas. Experiencia en hostelería les sobra, desde que llegaron de Colombia no han parado de trabajar en bares y restaurantes de Bilbao. Luz se encarga de la cocina, donde afina recetas caseras y se esmera en buscar productos frescos sin que se le descuadren las cuentas. Lara dirige la barra y el comedor, donde reina un ambiente jovial y dicharachero.
Dirección: Colón de Larreategui, 11.
Teléfono: 946550937.
Instagram: @cafesirimiribar
Menú del día: 14,50 €.
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