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Los 59 metros cuadrados de El Huevo Frito son muy querenciosos entre los profesionales de este periódico. Acuden a tomarse el café con el famoso y fluido pintxo de tortilla con cebolla, pimiento verde y calabacín tras la primera reunión de la mañana, almuerzan el plato del día (pisto a la bilbaína, arroz con brocheta de pulpo, ensaladas de pasta, bonito o pollo, lentejas y otros reparadores platos de cuchara a 9 €) en las tres mesitas de la terraza los días en que hace bueno o en los puestos frente al mostrador, y suturan las fatigas y el estrés con potes, bocaditos y garimbas al acabar la jornada.
El Huevo Frito es un local todoterreno, multiedades y transversal, uno de esos bares de guardia que lo mismo te venden bocatas por decenas los días de partido en San Mamés que te confortan con unas croquetas (de jamón y de cebolla confitada y trigueros), un tinto de Rioja Alavesa y una esponjosa tarta de queso (4 €) al terminar el día.
José Pereda (58), propietario junto a su pareja Susana Tierra Ortiz («apellidos de buenos vinos y de mejores anchoas», ilustra el marido), es un veterano de la hostelería local: empezó en el bar Noruega de Olabeaga y en 1983 desembocó en el Okela, en esta misma calle del Maestro García Rivero. En 1997, El Huevo Frito, que ya había sido bautizado así, es reformado de arriba a abajo bajo su gerencia. «Sólo se conserva el nombre... y las caricaturas de K- Toño Frade padre», dice Pereda.
Tras las obras, y para adaptarse a los tiempos, deciden llamar al local El Huevonheim. La cosa tiene guasa porque el museo Guggenheim les demanda por usar un nombre que podía dar lugar a equívocos. El pleito llega al Tribunal Supremo, que acaba por darle la razón a los tasqueros. Un dibujito de K-Toño, con un huevo de titanio, sirve de recordatorio de la anécdota. «David vence a Goliat titulásteis en EL CORREO», nos recuerda Pereda.
García Rivero más que una calle es una pasarela del buen comer donde puedes saltar en apenas unos metros del cocido de Yoli en tres vuelcos de Larragan, a los quesos y vinos del Gaztandegi de José Luis y a las ostras de El Puertito pasando por la cocina tradicional del Indusi o por estos pintxos y raciones 'all on board' de El Huevo Frito, auténtico «salvavidas» para vecinos y forasteros. «Hacemos platos combinados y tradicionales de cuchara y pistos o manos de ministro con vizcaína, pero no nos cerramos en lo nuestro», dice Pereda mientras nos enseña un taco de pollo «tipo kebab» con salsa de yogur.
Si algo llama la atención de este local donde, junto a la pareja de propietarios trabajan otras siete personas, es la vertiginosa rapidez, de centella, del servicio y el buen humor que se respira, pese a lo angosto del local y a la premura de las comandas. «Tenemos un muy buen equipo», dice María Ramírez, la simpatía hecha persona y con doce años detrás de este mostrador.
Lo del plato del día, que hoy es el santo y seña de la casa, nació como una idea utilitaria con que regatear los males de la pandemia. Así, José y Susana se hicieron cargo del avituallamiento de los empleados y vecinos del entorno de Indautxu y pudieron mantener el negocio en lo peor de aquellos malos tiempos.
El Huevo Frito es otro de esos sitios (cada vez más raros) donde se saben tu nombre y lo que sueles tomar, donde te saludan siempre al entrar y al salir. Un estilo. «Tenemos clientes de toda la vida; el más longevo, Félix Amézaga, falleció hace poco con 101 años. Hay otra pareja, Ceci e Iñaki, de unos 85, que comen el plato del día y se toman su botellita de cosechero de Yécora. Tratamos de devolver lo que el barrio nos ha dado, colaboramos en acontecimientos solidarios. Recuerdo que entregamos 870.000 pesetas recaudadas aquí para los afectados del 'Prestige'. Somos así», dice José Pereda.
Foto de la familia Huevo Frito. Susana Tierra, Patricia Ríos, Cenia Ávila, María Ramírez, Alejandra Balaguera y Erika Jadan, un equipo con mucha personalidad. Un asiduo recuerda la anécdota de aquel repartidor que se presentó con un paquete para El Gallinero, un bar cercano. '¿Es esto el gallinero?', preguntó. 'No. Aquí sólo estamos las gallinas'. Con un par. Hay bilbainitos los domingos (2 €) y seis variedades de tortillas en un local siempre atento a la climatología para decidir con criterio el plato del día.
Dirección: García Rivero, 1. Bilbao.
Teléfono: 94 4412249.
Web: elhuevofrito.com
Precios: Gilda: 2 €. Plato del día: 9 €. Tortilla de patatas: 2,50 €. Brocheta de pulpo y langostinos: 4 €. Tarta de queso La Viña: 4 €.
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