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Guillermo Elejabeitia
Sábado, 11 de febrero 2023, 12:04
La jubilación hace unos meses de Javier López podría haber llevado al Enol a la sección de obituarios hosteleros que cultiva el compañero Luis Gómez ... con una frecuencia preocupante. Una cuenta más en el rosario de mesas perdidas –últimamente el Rotterdam, el Farol, el Museo del Vino o el mesón Lersundi, por citar solo algunos–, que en el mejor de los casos dan paso a versiones descafeinadas de lo que un día fueron, véase la calle del Perro. Afortunadamente, en el caso del Enol, la plantilla de toda la vida dio un paso al frente para asegurar la supervivencia del restaurante, algo que ha agradecido una clientela igual de longeva, que no está por la labor de jubilarse de la buena mesa.
José Ramón González en la cocina y Francisco Viseda y Borja López en la sala llevaban cerca de 30 años trabajando en el Enol cuando decidieron hacerse con las riendas de uno de los emblemas de la hostelería del Ensanche. Le han lavado la cara en ese estilo modernito y pinturero que parece haber adoptado buena parte del gremio –papeles pintados, baldosas de colores, sillas forradas de terciopelo–, «pero el resto no ha cambiado nada», insisten. Las mismas caras detrás de la barra, los mismos proveedores llenando la despensa y las mismas especialidades en la carta.
Cuesta creer que el germen del Enol fuera una de las primeras hamburgueserías de Bizkaia, el Heidelberg de Barakaldo. Cuando su fundador, el mencionado Javier López, decidió trasladar al centro de Bilbao un negocio que ya había rebautizado como Enol en honor a uno de los lagos de Covadonga, siguió replicando durante algún tiempo esa carta de bocadillos y platos combinados que alimentaba lo mismo a obreros, oficinistas o forofos de camino a San Mamés.
El tridente que hoy lo regenta ha vivido en estas tres décadas la transformación de aquel bar informal en un ejemplo bastante depurado de ese tipo de restaurante clasicón que ha triunfado tanto en Bilbao hasta hace cuatro días. En una carta que podría repetirse en decenas de sitios –jamón, espárragos, ensalada de ventresca, hongos, pulpo, mariscos y pescados a la plancha– lo que marca la diferencia es la calidad del género y el dominio de los puntos.
En su caso, la experiencia es un grado y la larga trayectoria de la casa se traduce en fiabilidad y solvencia, algo que valora y mucho ese cliente bilbaíno tirando a conservador, que cuando va a aflojar la cartera para celebrar con la familia o los amigos, no quiere desagradables sorpresas. Con las gambas a la plancha, el quisquillón o las almejas y rematando la faena con un besugo, un rodaballo o una lubina a la plancha, en el Enol juegan sobre seguro.
Dirección: Licenciado Poza, 73. Teléfono: 944422095 Web:restauranteenol.comNo perderse: Las gambas o los pescados a la plancha.
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