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El cocinero Miguel Pérez. Maite Bartolomé
Restaurante El Abra: Algo tendrá El Abra de Portugalete cuando lo bendicen
Restaurante El Abra

Algo tendrá El Abra de Portugalete cuando lo bendicen

En la mesa de este restaurante clásico celebran los portugalujos las fiestas de guardar. ¿Su secreto? Producto marinero, recetas de siempre y grandes dosis de hospitalidad

guillermo elejabeitia

Sábado, 13 de noviembre 2021, 00:31

Preguntamos a varios portugalujos por una buena mesa para comer en la villa jarrillera y todos acaban mencionando tarde o temprano El Abra. Algo tendrá esta casa para convertirse de forma recurrente en el escenario de celebraciones familiares, fiestas de cuadrilla o cenas románticas. Esa versatilidad, a medio camino entre el bar de pueblo y el restorán elegantón, la ha convertido en una referencia imprescindible. Razones no le faltan.

El Abra (Portugalete)

  • Dirección María Díaz de Haro, 6.

  • Teléfono 944956808.

  • Web asadorelabraportugalete.com

  • Precios Carta: 50 €. Menús: 32/45 €. Menú especial: 19,80 €. Rodaballo (ración): 24 €. Ensalada de bacalao: 18 €. Almejas a la marinera: 24 €

La casa la fundó hace más de tres décadas el recordado Antonio Vega, cocinero formado nada menos que junto al legendario Carmelo Gorrotxategi. No hay más que probar una cucharada de su célebre sopa de pescado para comprobar que ese aprendizaje de muchos quilates sigue vivo en la cocina de El Abra, hoy comandada por su yerno, Miguel Pérez.

«Todo lo que sé lo aprendí de él», se emociona el heredero. Como su maestro, ejerce un papel de restaurador a la antigua usanza: recibe a los clientes, toma las comandas, selecciona los vinos o da indicaciones en cocina. Al frente de los fogones está su mano derecha, Alicia Landa. Cuando hay jaleo –que suele ser casi siempre–, Pérez tiene el oficio necesario para remangarse, agarrar la sartén, tirar cañas o fregar platos.

Ensalada de bacalao. G. E.

El espacio, ubicado en un discreto edificio, representa bien la esencia clásica de su propuesta gastronómica sin renunciar a toques de una modernidad contenida y consistente. Los tres lienzos de Joaquín Gallardo que iluminan el comedor no pasarán desapercibidos para los aficionados al arte contemporáneo.

La carta es un compendio de producto marinero, elaboraciones tradicionales y algún guiño creativo. Ya hemos mencionado la sopa de pescado, casi una crema de marisco por su brillo y untuosidad. Imprescindible para abrir boca y calentar el estómago, su clientela no permitirá nunca que la quiten de la carta. Y hacen bien. Grata sorpresa la ensalada de bacalao, que gracias a una cama de pimiento asado y un aliño de mahonesa de anchoas consigue crear en el paladar la ilusión de estar comiendo marisco. Más jugosa –y bastante más barata– que una ensalada de bogavante. «La receta es de mi suegro y le tenemos mucho cariño». Eso se nota en el plato.

Almejas. G. E.

La misma salsa americana que sirve de base para la sopa de pescado baña también unas espléndidas almejas a la marinera, finas, claras y de generoso calibre. Como el rodaballo con el que rematamos la comida, dicen mucho de la confianza que Miguel tiene con sus proveedores. «El pescadero lleva décadas trabajando con nosotros, sabe lo que queremos y no se arriesga». Esa fidelidad tiene premio.

Mientras chupamos las espinas del pescado, el comedor se anima cada vez más. El ambiente es festivo, la gente parece sentirse como en casa y de alguna manera lo está. Además de valor gastronómico, El Abra es una de esas mesas que atesora un valor sentimental, porque en ella celebran la vida sus vecinos.

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