La parrilla del Hondartzape regresa con brío renovado en Plentzia

Txema Soria

Sábado, 28 de mayo 2022, 01:34

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Iker y Jon Mentxaka pudieron por fin abrir en noviembre del pasado año, tras más de un año de obras –primero la barra y a primeros de abril de este año pusieron en marcha las parrillas– las puertas del Hondartzape, junto al puente de Plentzia. Tras abandonar el local de la playa de Gorliz, derribado en octubre de 2019, los hermanos Mentxaka eligieron para la ubicación del asador una casa del siglo XVIII, la única edificación de carpinteros de ribera que quedaba en pie de la época en la que la villa era un centro de construcción naval, que es patrimonio cultural y ha sido restaurada por completo.

Cuentan con una terraza ideal para tomarse un vino y un aperitivo y en la planta baja se encuentran una pequeña barra con pintxos y la cocina a la vista, donde destacan una espléndida exposición de pescados, un vivero de marisco y las cinco parrillas diseñadas por los dueños del local. En el primer piso han dispuesto un pequeño comedor, decorado primorosamente, con capacidad para 30 comensales, de cuya atención se encarga con gran profesionalidad Iker, que ha aprendido casi todo lo que sabe de su madre, Begoña Ordeñana, mientras que de la brasa se encarga con enorme sabiduría Jon.

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Comer en el Hondartzape es una fiesta desde los entrantes: verduras de temporada a la brasa como los espárragos de Navarra, hermosos, tersos y muy jugosos, con ajo blanco, unas gotas de aceite con aroma de Jerez y un tenue toque de humo. A continuación comienza el espectáculo de la parrilla: mariscos (cigala, quisquillón, abacanto o gamba roja traída de Garrucha, Almería, con un intenso sabor a mar) o chipirón de potera, cuya carne es tersa y sabrosa.

El bacalao, con las lascas perfectamente separadas, un pilpil y carne de pimiento morrón, está magnífico, lo mismo que cualquiera de sus pescados (besugo, rey o mero), que se pueden elegir en el expositor. Los carnívoros tienen la opción de pedir chuleta de ganado mayor. Como postre lemon pie, una galleta de sablé bretón, crema de limón y merengue de lima o texturas de chocolate, todo un vicio. La carta de vinos espectacular.