Viernes, 20 de diciembre 2019
Lo de Javi San Vicente y familia es de escándalo. Una de esas direcciones que pasan de boca en boca. Al otro lado del hermoso puerto de Opakua asoma este restaurante familiar de San Vicente de Arana que está siempre de bote en bote. Y ... con razón. Paisanos, montañeros, ciclistas, moteros y viajantes tienen en el punto de mira la casa de Javi para reconfortar el estómago y congraciarse con la comida de toda la vida.
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Dirección Calle Juegabolos
Teléfono 945406123
Precios Menú del día (con agua, pan y vino de Rioja): 11 €. Pollo casero guisado: 8 €. Cordero guisado: 12 €. Cordero asado encargo: 17 €. Bacalao al pilpil: 14 €
Aquí hay almuerzos y meriendas con huevos acompañados de lo que les pidas, cazuelas de patitas de cordero, bacalao con tomate y chipirones, guisos de cordero y pollo casero, raciones de hongos y perretxikos en temporada, queso Idiazabal de casa...
Y, si de Reyes a primavera quieren darse el capricho de comerse un asado de cordero de verdad, animalitos nacidos de alguna de las 400 ovejas latxas de su propiedad que pastan en los prados de la ermita de Santa Teodosia, no tienen más que tirar de teléfono y Javi se lo preparará en el horno para convertir a las criaturas en bocado celestial. «No lo tengo en carta; hay que encargar. Prefiero no tener, que recalentarlo», proclama.
Con un menú del día imbatible –el martes que fuimos había de segundo chipirones, pollo guisado, albóndigas con patatas y carrilleras en salsa, más primeros, postres, agua, pan y vino de Rioja... por 11 lereles– no es raro que el local esté hasta las cartolas. En un ambiente de lo más sano puedes tropezarte con Edorta Lamo (del Arrea! de Kampezu, flamante Plato Michelin 2020) con su esposa Leire Martínez o a Josu Unamuno, otro joven cocinero de la comarca (que trabaja en Eneko), almorzando con amigos.
Le pedimos a Javi un revuelto de hongos (el mismísimo Juan Mari Atutxa le enseñó la receta) con los boletus que congeló en septiembre. «Hubo unos días de un brote espectacular de hongos: no he visto en mi vida nada así». El meloso revueltico (con un poco de cebolla) estaba sabrosón. Probamos también unas manitas de cordero (6 €), como las que podrían guisar sus abuelas. Con eso está todo dicho.
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Como nos conoce (y San Vicente tiene esas cosas) nos arrimó una paloma guisada por Bego, su mujer, para casa. «Es una torcaza bezada, que se ha picado a vivir en la zona, vaya», la presenta. «Te voy a contar el proceso: primero la doro y la flambeo. Se hace un caldo aparte con verduras, carcasas de pollo y huesos de ternera. Se pocha verdura con un poco de pimiento rojo y una poca manzana de Santa Cruz. Se pone la paloma y se cubre de caldo hasta que cuece con un poco vino tinto y unas onzas de chocolate. El único secreto es que la salsa salga gorda. Lo bueno de la paloma –ríe– es la verdura».
Un crianza Harresi (12 €), de Lapuebla de Labarca elaborado por su buen amigo Txutxi Muro nos ayudó en el bendito trance. Y unas lascas de queso Harana del propio Javier tomadas bajo la malatxa, la varilla gigante de boj con la que Bruno, el padre, preparaba la leche para el queso en la ermita de Santa Teodosia donde vivía, nos regaló el regusto de las cosas, el trato y los modos perdidos... (Un secreto, Javi. Muchos piensan ya en los luminosos días de primavera, días de perretxikos y corderos...)
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