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DAVID DE JORGE
Miércoles, 30 de junio 2021, 00:31
La tortilla de patatas es dios porque nació pasada de moda» y «el mayor desafío en la cocina es no volverse estúpido», son dos de mis mantras favoritos que repito hasta la extenuación cada vez que alguien me interroga sobre las cosas importantes del comer. ... Después de años de locura y tras volvernos gilipollas de remate, vamos juntos de la mano y miembros de una iglesia, desandando camino para reencontrarnos con el sabor, la cordura y el sentido común en mitad de una crisis económica y de valores que hizo trizas las tarjetas de crédito de empresa y nos dejó maltrechos estómagos y carteras.
Dirección Progreso, 9. Betanzos.
Teléfono 981774822
Web mesonopote.com
Precios Tortilla estilo Betanzos para 4 personas: 18 euros. Calamares fritos: 16 euros. Salpicón de marisco: 18 euros. Pulpo con crema de patata y ajada: 18 euros. Jarrete de ternera asado y glaseado: 18 euros.
Tendría que estar ya mismo hablando de una fabulosa y virguera tortilla de patatas gallega que no tiene rival en toda España, pero terminaré mi sermón luterano advirtiendo a todos ustedes que nos volvimos «segurolas» y fanáticos de lo tradicional de golpe y porrazo y me pregunto si el desacelerón volvió majara a la peña, pues del trazo y los velos gelatinosos pasamos a perder la boina por croquetas líquidas, tortillas de patatas, filetes empanados desproporcionados, solomillos estilo Wellington, flanes de huevo, albóndigas, ensaladillas rusas y descacharradas tartas de queso.
Aunque alguno se sienta mesías y piense que sus alucinaciones pasarán a los anales de la historia escritas en letras de oro, antes recordará el mundo las tortillas del amigo Alberto de Betanzos que todas esas chorreras blandas y mucilaginosas. Si algún día surcan las carreteras del norte en automóvil, camino de Santiago de Compostela, ¡no lo duden!, deténganse en la pequeña localidad coruñesa de Betanzos a dar cuenta de la especialidad de la comarca, que no es otra cosa que esa tortilla pequeña, dorada y babosa cargada de fina patata frita, bien pochada y cuajada en sartén. Si eres un lila blandengue que se ahoga en la textura del tomate o hace ascos a un filamento de huevo poco cuajado, mejor ahórrate el viaje, porque la tortilla de la que estoy hablando es una bomba de relojería amarillenta que revienta e inunda de huevo la vajilla.
Es cierto que donde hay patrón, a veces manda marinero, porque el muchacho es tan buen tipo que si lo avisas con antelación y le pides que añada cebolla pochada o cuaje un poco más su experimento, lo hará sin rechistar, pues es un profesional que pierde la cabeza por complacer a sus clientes, a los que considera 'mambo kings'.
El procedimiento es bien simple. Arrinconen el coche en el parking de la plaza del pueblo y acérquense a pie hasta la calle del Progreso a la hora convenida para dar buena cuenta de un par de tortillas o tres o quizás cuatro o las que sean capaces de meterse entre pecho y espalda. No cometan el error de pararse en alguna tasca tentadora por el camino, pues haberlas haylas, y aterricen con apetito feroz y sin mirar atrás hasta quedar bien apalancados en este tasco reconvertido en coqueto comedor, advirtiendo al patrón su voluntad de ponerse ciego de tortillas, hasta alcanzar ese punto en el que uno siente serios problemas respiratorios, como suele decir mi amigo 'Ipe'.
La carta es breve y la casa manufactura otros platillos de matrícula de honor, pues sobresalen croquetas y rabas de calamar, zarzuelas de pescado, arroces o ese zancarrón de ternera asado y glaseado, guarnecido con patatas y pimientos. Viajen con apetito y no sean canelos a los cantos de sirenas del 'sheriff', pues podrían llegar exhaustos a la tortilla después de enredarse probando otras especialidades, ¡sería putada garrafal!, ¡estén alertas! Ríndanse y arrodíllense ante esta golosina sin rival confeccionada con huevos de corral, patatas gallegas Kennebec, aceite de oliva de calidad y sal. Antes de marchar muestren sus respetos al personal y atícense un par de cafés de puchero para andar al loro en carretera el resto del camino, ¡viva San Cristóbal, patrón de arrieros y camioneros!, y al volante, ¡atención constante!
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