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La mejor tortilla de Madrid se sirve en el mercado
Jantour | Restaurantes

La mejor tortilla de Madrid se sirve en el mercado

Todos se vuelven locos con este manjar. Las cuajan a cientos pero ofrecen otros muchos variados platos en este 'tenderete' bullicioso

Lunes, 5 de febrero 2024, 17:57

Es tanta la devoción que sentimos en casa por la tortilla de patata que siendo chavales la pedíamos en los cumpleaños, las fiestas de guardar y en las comidas especiales de Navidad. Mientras todos mis amigos le arreaban al faisán a las uvas y al papeo rimbombante y poco apetecible, en Kurlinka nos poníamos púos de tortilla con mucha cebolla sofrita, llegando desfallecidos al polvorón, la peladilla y la compota. En todas las celebraciones familiares hubo tortilla y todavía hoy nos reunimos alrededor de ella con ilusión máxima, sin cansarnos jamás, pues aunque la comiéramos tres veces a diario nos seguiría pareciendo una maravilla colosal. Mis padres fueron tenderos y me dediqué desde bien crío a rondarlos en cuanto bajaban la persiana para ver si sonaba la flauta y terminábamos en nuestros bares de cabecera, trincando pinchos de tortilla. Nunca nos interesaron los calamares, ni las croquetas, ni los variantes de pepinillo y bonito en escabeche: solo tuvimos ojos para comer tortilla de patata, sin desmayo.

Echando la vista atrás recuerdas a tasqueros que ya no están o se jubilaron y que se alegraban tanto de vernos cuando cruzábamos el umbral de sus establecimientos. Manolo del viejo Yola, César del Tres Hermanas o Ramón del Bar Zabala nos recibían con una ilusión increíble, cuajando unas tortillas de patata extraordinarias, distintas y emocionantísimas. A veces nos las guardaban y otras, si no quedaban porque no llegabas a tiempo, ¡horror!, corrías espantado de barra en barra soñando con encontrar algún pedazo. La del Yola era amazacotada y jugosa, mejor si la pillabas a temperatura ambiente que recién hecha, recostada sobre pan en bandejas metálicas y ovaladas de Inoxibar. La segunda era amarillenta, grasienta, generosa y chorreante de aceite y huevo, ¡dios! Y la de Ramón pintaba desbordante por sus dos flancos, con la patata a dados y siempre reventada sobre el pan, con mucha cebolla. El fondo del plato llevaba pringue y mientras algunos lilas tienen recuerdos de infancia obtusos e insustanciales, los míos son de grasa, cebolla sofrita, patata tostada y huevo, mucho huevo lujurioso por todas partes.

Más que nunca hay que apostar por la peña currela y los hosteleros de raza y tronío que se parten la crisma cuidando a sus clientes, con los que logran establecer una relación de confianza y sensibilidad que ya les gustaría tener a la sosainas de Tamara Falcó y al bala perdida de su marido. En la madrileñísima Casa Dani llevan treinta y dos años dale que te pego, ofreciendo desayunos, aperitivos, almuerzos y menús del día a toda la peña del barrio de Salamanca que se acerca por allá a comprar al mercado de La Paz o a hacer gestiones comerciales, al banco o a la peluquería, qué se yo.

Este local ubicado en el corazón mismo de un mercado, frente a pescateros, ultramarinos, casqueros, carniceros y fruteros, es el 'tenderete' más frecuentado y bullicioso de todos, que manda huevos colganderos. Allí te metes el desayuno tradicional de café con bollería, tostadas, churros o porras y hasta las once de la mañana muchos ejecutivos estresados, peones de albañil, jubiletas o porteros de las fincas vecinas se calzan el cafelito con su pincho de tortilla, al que algunos añaden un chupito seco o de hierbas, como mandan los cánones de Celtiberia Show.

Todos se vuelven majaras con su tortilla. Los más comedidos leen la prensa y le dan bocados y sorbos pausados a su cortado, pero la mayoría se levantaron antes de que pusieran el asfalto y se plantan ante una tortilla entera y se la meten con su caña de cerveza o su refresco, su bollo de pan y su carajillo. Las cuajan a cientos, no darían crédito porque la cifra es infinita.

El lugar genuino es la tasca interior, pero además poseen una terraza vecina a la calle Lagasca y otro local que se pone hasta la bandera a pie de calle, frente a la legendaria 'Trainera', que es donde los hombres de negocios y los presidentes de las grandes corporaciones de los ochenta celebraban sus cuchipandas. Hacen montaditos, bocatas y pulgas rellenas: lomo, panceta, chistorra, morcilla, calamares, tortilla francesa, chorizo, beicon, caballa, sardinas, queso manchego, salchichón o el pepito de toda la vida con sus ajos, aunque también preñan panes con escalopes de pollo o de ternera.

El resto del pelotón lo componen torreznos, croquetas de jamón, panceta frita, oreja, albóndigas en salsa, pisto con huevo, boquerones o ensaladilla. Las raciones especiales también podrían correr con soltura un Tour de Francia o un Giro de Italia, pues los dorsales son de campeonato: rabo guisado, huevos rotos, alcachofas confitadas, callos, gambas al ajillo, pulpo a la gallega, bacalao rebozado, chuletillas de lechazo o paella. Los postres son los habituales, destacando la tarta de queso, suave, cremosa y apetecible. Tómense un cafelín, pidan la cuenta y márchense con la murga a otra parte. Un beso a la gran Lola, jefa suprema del garito. Disfruten, que nos quedan dos telediarios.

Casa Dani

  • Dirección Mercado de la Paz - Calle Ayala 28 (Madrid).

  • Teléfono: 915755925.

  • Web: casadani.es

  • Torreznos: 14 €. Oreja: 14 €. Callos de la casa: 17 €. Gambas al ajillo: 19,50€. Tortilla de patata: 15 €.

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