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guillermo elejabeitia
Sábado, 10 de julio 2021, 00:32
Solo hace falta un poco de imaginación para viajar a Atenas desde el número 16 de General Concha. Christos Karaiannopoulos y Christina Tsakona regentan allí desde hace un par de años una diminuta taberna que, más que un negocio de hostelería, es un pedazo del ... alma griega.
Dirección General Concha, 16
Teléfono 660652678
Precios Bocata Gyros: 5 €. Musaka: 6,50 €. Ensalada griega: 5, 30 €
La música de sirtaki, el aroma a queso feta y orégano o las paredes decoradas con mapas antiguos y banderas del Olympiakos ayudan a ponerse en situación. Pero tras un par de tragos de retsina –un potente vino blanco con notas de pino– y un bocado al chorreante gyro –el emparedado de cerdo que hace las veces de pincho de tortilla para los helenos– solo la lluvia en la ventana le recordará que estamos en Bilbao y no en algún lugar del Peloponeso.
Hay muchos restaurantes extranjeros en la villa pero solo algunos tienen el poder de hacerte viajar con el paladar. Esa es la única pretensión de un negocio por lo demás modesto, regentado por un matrimonio que pasa allí 15 horas al día y donde uno puede comer exactamente lo que tomaría un ateniense para matar la gazuza después de una dura jornada de trabajo.
La pareja llegó a la capital vizcaína hace unos años para trabajar en otro restaurante de estilo griego, pero cuando se convencieron de que ésta era la ciudad en la que querían vivir, buscaron un espacio propio donde pudieran hacer las cosas a su manera. Lo encontraron en una calle concurrida y llena de tráfico, a simple vista poco apetecible para una cena romántica, pero que se ha revelado estratégica para alimentar a su clientela en cómodas bolsitas cuando esta maldita pandemia dio al traste con sus planes más inmediatos.
La idea inicial era montar una bocatería parecida al resto –de ahí que su nombre original fuera Labocatorio–, pero ha sido su público el que les ha convencido que lo que tenían que hacer era abrazar su identidad y ofrecer algo diferente. Ahora se hacen llamar Kalí Órexi –«buen apetito» en griego– y en apenas unos meses se han ganado a un buen puñado de vecinos y oficinistas que come sus recetas casi cada día.
La suya es una cocina sencilla, artesana y muy casera, capaz de convencer a un griego de que está en casa. La clave está en una despensa que combina las frutas y verduras de temporada de la huerta vasca con los aceites, las hierbas aromáticas o las aceitunas traídas de su tierra.
La carta es escueta, lo que permite confiar a ciegas en cualquiera de sus propuestas. No se pierdan el mencionado gyros, ni tampoco las empanadas, amasadas laboriosamente por el propio Christos. Refresquen el estómago con la clásica ensalada con queso feta y no dejen de probar una mussaka auténtica: «patata, berenjena, picada de ternera y bechamel, nada más». De postre, un baklava que rivaliza con el turco y un yogur griego que le hará olvidar esos que venden en el súper con la silueta del Partenón.
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