Un imperio que se extiende por El Globo

Guillermo Elejabeitia

Sábado, 5 de abril 2025 | Actualizado 06/04/2025 07:35h.

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En los últimos años se han adueñado de algunos de los establecimientos más icónicos de la villa, desde el café Boulevard –reconvertido en Aitaren– o el Víctor Montes, al Markina, Zurekin o La Parada, amén de las diversas sucursales de La Olla y la casa madre, Amaren. Esta política de adquisiciones –a las que hay que sumar otras aperturas en las que los Parte participan– está provocando una cierta homogeneización en la escena local, pero lo que no se le puede negar a la saga de hosteleros es un indudable olfato para los negocios.

Hace un par de años sumaron a sus dominios El Globo, uno de los bares con más personalidad de la calle Diputación. La casa, fundada en 1997, contaba además con un pintxo elevado a la categoría de icono: el txangurro gratinado. Estaba cantado que el grupo no iba a tardar demasiado en aprovechar la fuerte identidad de la marca para hacer caja: acaba de abrir una sucursal en la meca del pintxo para turistas, la Plaza Nueva, y no descarta replicar El Globo en otras zonas del Gran Bilbao.

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La familia ha reaprovechado un local de su propiedad donde hasta ahora estaba el Toma y Daka, dándole un lavado de cara que saca partido al empanelado de madera color mostaza del bar original, acompañado aquí de espejos, sillas de 'cierto pelo' de colores, capitoné y tiras de luces LED. Mientras a pie de calle exhiben una kilométrica e hiperpoblada barra, destinada a contentar a esos forasteros que no parecen entender lo que es salir de ronda, en el sótano han habilitado un comedor donde servir platos de carta y un menú a base de pintxos.

En el repertorio está por supuesto el afamado txangurro, del que adivino se cocinan ahora cantidades industriales, pues además de en bocado y en ración, también se añade a platos de bacalao o txipirones. Me consta que en la receta que les llegó con el traspaso se 'olvidó' estratégicamente algún ingrediente y eso le resta un puntito de potencia sápida. Nada problemático, pues la mayoría de quienes lo piden ahora con acento extranjero jamás probaron el original.

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Mientras llega una nueva remesa de público internacional, en el comedor se ve estos días a no pocos bilbainos, siempre al quite de la novedad para poder opinar. De momento, entiendo que a falta de rodaje, se aprecian algunos platos fallidos, como las alcachofas con foie y jamón, encubiertas por una acidez delatora o el atún de Bermeo, maltratado en el fuego y remedado con una salsa teriyaki. Lo mejor, una hamburguesa que se ha convertido ya en emblema del grupo, eso sí, a 18 euros. La carta de vinos también apuesta por un rango de precios que solo parecerá barato al público anglosajón.

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Bocados y pellizcos

La gran apuesta del nuevo El Globo recién abierto en la Plaza Nueva es un menú de pequeños bocados, destinado a ese público internacional que entiende el pintxo no como un aperitivo, sino como una comida completa. La fórmula incluye tres tipos de gratinados –de txangurro, de txipirón y de patata–, además de dos principales en formato mini –atún teriyaki y foie a la plancha– y una porción de tarta de queso cremosa, todo por un pellizco de 29 euros.