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No es un secreto para nadie que Cantabria se encuentra entre los destinos favoritos de los vascos para veranear y en muchos casos, para adquirir una segunda residencia. Santander, Noja, Laredo o Castro Urdiales son lugares que durante el verano concentran un gran número de visitantes procedentes de Euskadi. Montañas verdes, kilómetros de playas y una rica oferta de ocio y gastronomía convierten a Cantabria en un destino Top.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta cuando viajamos a Cantabria es que esta comunidad se divide en nueve comarcas; si conocemos en cuál de ellas está el pueblo o ciudad al que viajamos, será mucho más fácil acertar seguro con el sitio donde comer. Porque no se come lo mismo en Barcena Mayor (interior) que en Noja (costa) por ejemplo, así que vamos allá.
Empezamos por la capital cántabra y su parada obligatoria en la Bahía de Santander, una de las más bellas del mundo desde 1997. En una ciudad denominada «novia del mar» la vida gira por y para ella: «la mar». Los deportes, la gastronomía e incluso ciertos usos lingüísticos como el «laismo» dotan a la tierruca de una identidad propia muy reconocible. La oferta gastronómica en Santander engloba en un solo lugar todas las tradiciones, especialidades y delicatessen de esta tierra y de otras cocinas del mundo.
Si el recorrido empieza por la mañana tenemos que empezar desayunando. En España no somos especialmente famosos por darle mucho protagonismo a esta comida del día, pero lo que sí es cierto es que hay varios locales que le están empezando a dar una especial importancia a esta comida y que han adaptado muchos clásicos ingleses o americanos. Por eso, si estás de visita en la ciudad y no quieres desayunar lo mismo de siempre, hay un local que no debes perderte:
Un lugar perfecto, acogedor y muy céntrico donde poder hacer una parada para cargar las pilas para todo el día. El café es lo mejor, colado como ya no lo hacen en casi ningún lugar, además es cien por cien origen Colombia. También podéis disfrutar de chocolate o jugos de frutas naturales, y no podéis iros sin probar sus elaboraciones con huevos, sus panes de queso y sus empanadas.
Para la cena, una cita más íntima o un momento más «Solete Repsol» visitar la casa del cocinero Diego Bilbao es innegociable:
Un equipo joven, ambicioso, una cocina de guiso y honesta son los ingredientes que convierten este local en uno de los favoritos de los santanderinos y los visitantes. Un local de ambiente moderno y divertido que está teniendo bastante éxito en la ciudad y que ya no necesita presentación; con una carta de cocina actual, elementos de fusión y platos pensados para compartir. La Hermosa de Alba es el reflejo de la formación, la pasión y la destreza de su jefe de cocina. Imprescindible su Crujiente de Steak Tartar, sus Croquetas de queso comtè, sus Raviolis y sus Cigalitas.
Si pasas varios días en Cantabria y quieres darle un toque internacional a tu viaje, una de las paradas obligatorias es:
Para los cántabros este local ya es uno de los restaurantes de referencia en la ciudad. Buque insignia de la comida peruana, una de las mejores gastronomías del mundo, en Las Terraza ya han demostrado que Perú es mucho más que ceviche ¡Y mira que su ceviche es francamente espectacular! Harry Gallardo (cocinero) y Carmen Moreno (jefa de sala) ofrecen al visitante la experiencia gastronómica más auténtica con una carta que se renueva cada temporada, donde el producto, el mar, la tradición y sobre todo los sabores con mucho «punk» son los protagonistas. Justo enfrente del puerto de Santander y con unas vistas únicas, conviene empezar la comida con un buen Pisco Sour. ¿Imprescindibles? Por supuesto, todas sus elaboraciones con pescados y mariscos como la Parihuela, la Leche de Tigre, sus Arroces, su Lomo Saltado y el auténtico Pollo a la Brasa al estilo peruano.
Uno de los destinos favoritos por los amantes de la naturaleza y el turismo de aventura es la comarca del Asón - Agüera, allí en Ramales de la Victoria da inicio la ruta del descenso del Asón. El recorrido fluvial dura 44 minutos, pero la ruta se alarga hasta tres horas por todo el conjunto natural del que se puede disfrutar en cada parada.
Y como no podía ser de otra forma el imponente río juega un papel muy importante en la tradición gastronómica de la zona. Así, el salmón salvaje y las truchas criadas en estas aguas son una de las grandes especialidades que se pueden disfrutar aquí; y vais a encontrarlas en todo tipo de elaboraciones. La carne de caza y las setas en temporada también son platos muy típicos de esta comarca, que garantiza un producto totalmente de kilómetro cero, que se nutre de este imponente paisaje.
En Ramales de la Victoria, si lo que buscas es sentarte a una buena mesa y darte el capricho de las vacaciones, este es tú lugar
David Pérez dice que visitar su casa en Ramales de la Victoria es conocer a qué sabe Cantabria, y en efecto esto es así. Con una tradición familiar muy marcada pero con el toque moderno que su jefe de cocina le proporciona, Ronquillo es uno de esos lugares en los que disfrutar de como el tiempo se para mientras se disfruta. Para una experiencia más auténtica es muy recomendable probar su plato de Venado guisado o la Paloma Torcaz. También se puede optar por uno de sus menús degustación, que junto al paisaje idílico que rodea esta casona montañesa, completará tu experiencia.
En Ampuero, a tan solo 14 minutos desde Ramales de la Victoria, este corto paseo en coche se puede aprovechar además para hacer una parada en el Parque Paleolítico del Valle.
Erika Domínguez y Eduardo Alemán, en cocina y sala respectivamente, conforman la dupla perfecta de este joven y ambicioso proyecto. Formados ambos en las cocinas del Restaurante Solana (*) y el Cenador de Amós (***), estos dos jóvenes definen su cocina como una fusión entre los orígenes gallegos de Erika y la experiencia cántabra de ambos. Una fusión de dos gastronomías únicas que se puede apreciar en sus menús degustación y en su carta, donde el pulpo, las zamburiñas, los buñuelos de bacalao; el cochinillo y el solomillo de vaca son protagonistas.
Las Peñas es uno de esos lugares donde dejarse llevar por la experiencia y dejarse cuidar por Eduardo y su mimo por la sala y los detalles; mientras se degustan los platos más personales de Erika.
En el Valle de Soba, uno de los tesoros paisajísticos mejor guardados de Cantabria, nos detendremos por unos minutos, porque parar en su Mirador de los Collados del Asón es echar la vista atrás y perderse en el tiempo y en sus montañas, admirar el profundo tajo por el que se cuela el río Asón y la espectacularidad de un escenario abierto y grandioso como pocos.
Si se busca un remanso de paz, con guisos y sabores muy tradicionales y saborear quesos, mieles y orujos auténticos o disfrutar de paisajes únicos en España:
Situado en la Gandara de Soba, Rufaco es un restaurante familiar y de cocina tradicional. Aquí lo que prima son los guisos de «Chup-Chup» de toda la vida elaborados con productos locales, animales que pastan en sus valles y embutidos elaborados en casa. Es imprescindible su cabrito asado, sus alubias y su cocido. Y de aperitivo o postre, su tradicional queso de las Jarradillas. Disfruta de su deliciosa comida en su comedor con vistas panorámicas de los verdes valles que la rodean y déjate envolver por la cantabria más infinita.
Otra de las comarcas favoritas por los vasco, sino la que más, es la de Trasmiera, que abarca gran parte de la costa cantábra, donde el pescado y los mariscos son los grandes protagonistas. Las nécoras en particular (en temporada) pueden comerse en los bares como si fueran pipas, y ya en los comedores las mariscadas son el plato estrella. La oferta, a pesar de ser un sitio turístico, no se distorsiona para adaptarse al turista. Aquí locales y visitantes pueden disfrutar de la gastronomía más auténtica de la zona, eso sí, adaptada a todos los bolsillos.
En Noja, los amantes del piragüismo, el surf y los paisajes marítimos encuentran su lugar ideal. Y es que sus playas son la verdadera atracción de esta localidad verde y azul, que no pasa desapercibida para el vecino País Vasco:
Es uno de esos lugares donde pasar si o si una de tus noches en Noja. Un local espectacular y cuidadosamente decorado con espacios lounge bar donde relajarse después de una buena cena. La gastronomía aúna lo mejor del mar y la montaña y destacan las recetas caseras de la familia. El puding de cabracho, el pulpo, los mejillones, la cecina de León y la tarta de queso no deben faltar en la comanda.
Este local presume de tener una de las mejores vistas a la playa de Trengandín, la oferta gastronómica es muy desenfadada, propia de un «chiringuito» de playa; pero muy bien cuidada. Desde hamburguesas de vaca vieja hasta su pasta fresca con tomate casero, es ideal para tomar un bocado antes de volver a la playa. Y por la tarde es ideal para tomar un cocktail y disfrutar del atardecer con buena música.
Si lo que buscamos es una ambiente más distendido, informal y económico, en Ajo, muy cerca a la playa de Cuberris:
Ideal para ir con niños ya que además de restaurante, el camping cuenta con zonas verdes, parque infantil y lo mejor de todo: piscina. La carta ofrece los platos clásicos del picoteo playero, platos combinados, raciones, bocadillos y unas rabas infalibles. Lo mejor sin duda, el trato de su personal, Sandy Franco y Pablo Bustos, a quienes se les nota mucho cariño por su oficio.
Terminamos nuestro recorrido en una de las siete villas marineras por excelencia: Santoña, en la actualidad es el primer puerto conservero del Cantábrico y posee el récord mundial de pesca. Por eso es muy probable que la conozcáis mucho más por sus Anchoas. En esta villa todo tiene que ver con el mar y eso se nota en su gastronomía
Si lo que buscas en una chiringuito, con historia, con salero y solera; donde disfrutar de una carta muy santoñesa no debes perderte:
Con un estilo de cocina muy desenfadado y con las sardinas, como no podía ser de otra manera, muy presente en su carta, el chili, para los amigos, es el chiringuito favorito de los santoñeses. La comida, netamente marinera, se sazona con un personal agradable y una decoración muy festiva que te invita a disfrutar del bullicio del Paseo Pereda y la brisa del mar. Aquí todo huele y sabe a cantábrico. Una parada necesaria en tu visita a la Villa Marinera.
Si lo que buscamos es sentarnos en una ambiente más formal, con una carta también muy cantábrica pero con platos más elaborados, una de la opciones más recomendadas por los santoñeses es:
Un local, que además de ser muy bonito, se encuentra situado en un entorno idílico en el corazón de la Bahía de Santoña. Cuenta con numerosas terrazas y espacios abiertos por lo que es ideal para ir con niños. Quienes ya lo han visitado destacan sus almejas, rabas, mejillones y sus pescados según mercado. Las anchoas imprescindibles, ya que han sido las ganadoras a la «Mejor Anchoa 2023«. Como toque distintivo el Asador dispone también de tienda de productos gourmet para que te lleves a casa un recuerdo con todo el gusto.
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