Cachopos y fabada en el Trasgu Fartón (Vitoria)

¿Qué le puede llevar a un futbolista del Arenas de Getxo a asumir la gerencia de un restaurante? Posiblemente el amor por la gastronomía de la tierra de su padre, un asturiano de Arriondas. Diego Carrio se involucró en septiembre del año pasado en la aventura de reabrir el restaurante del Centro Asturiano de Vitoria, anteriormente El Hórreo, para darle un importante lavado de cara en la sala, la cocina y el recetario.

Con la ayuda de María Osinaga y el chef Boubacar, ambos con experiencia en la hostelería, ha conseguido ganarse la confianza del respetable y defender tanto el recetario de su tierra como el tradicional español y vasco. Los platos más demandados por los parroquianos son, por supuesto, los astures y, de entre ellos, la fabada, los cachopos y los tortos. Estos últimos se elaboran con una masa de harina de maíz redonda y aplastada que se fríe y se acompaña de diferentes elementos: picadillo, jamón, verduras… Como entrante para compartir, son estupendos.

Lo mismo que la tabla de Cabrales (14 €), la ensalada de pulpo o la de bacalao, el chorizo a la sidra, los callos a la asturiana (con callos, morros de ternera, chorizo, jamón, laurel, ajo, cebolla y pimentón) o el pulpo con patatines. Pero también hay mousse de foie con coulis de manzana, rabas, gambón a la plancha o croquetas. Entre los pescados, no podía faltar la merluza a la sidra o los fritos de pixin, como llaman al rape en Asturias, unos jugosos bocados de cola de rape rebozados.

Ni el pulpo a la parrilla o los chipirones a la plancha. Para los carnívoros, además de chuletón, entrecot o escalopines al Cabrales, se ofrece el cachopo tradicional (con ternera asturiana, jamón y queso), otro que lleva cecina y queso de cabra y el Astur (su última creación, con ternera, jamón, queso de Cabrales, setas y cebolla pochada), una fusión de productos y sabores seleccionados con mimo.