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GUILLERMO ELEJABEITIA
Lunes, 4 de noviembre 2019, 16:30
Como un cuadro de José Arrúe. Así es la vista que se obtiene desde el restaurante Axpe Goikoa, situado en un pintoresco rincón de Dima, en el corazón de la Bizkaia profunda. Esas colinas suaves, salpicadas de encantadores caseríos y dominadas por la imponente figura del Gorbea son uno de los platos fuertes de este asador especializado –como la mayoría de los de la zona– en el no siempre bien considerado segmento de las bodas y banquetes.
Dirección Barrio Iturrioz, 11
Teléfono 946317215
Web axpegoikoa.com
Precios Menú del día: 29 €. Menú fin de semana: 48 €. Carta: 50/70 €
Ubicado en pleno valle de Arratia, entre los parques naturales de Urkiola y Gorbea, a él se accede por una serpenteante carretera jalonada de viñedos. De esas parras salen cada año unas 40.000 botellas de txakoli Garena y Geroa, dos interesantes ejemplos de la pujanza que han adquirido últimamente los blancos vizcaínos. Nos cuentan que en unos meses todo el complejo, que incluye restaurante y bodega, tomará el nombre de Garena y se rediseñará la carta bajo la batuta de algún cocinero con proyección. Pero antes de que el proyecto enoturístico tome forma, vamos a ver cuál es el punto de partida.
La casa tiene unas dimensiones generosas y está decorada en un rudo estilo regionalista. Destaca la colección de muebles monumentales tallados a partir de piezas únicas de haya o roble por un artesano de la zona. Pero sobre todo, no se pierdan la vista desde el balcón que preside el comedor de la segunda planta. El edificio sufrió un pavoroso incendio hace ahora seis años que obligó a reconstruir completamente su estructura y que sirvió para ampliar más si cabe su capacidad. Unas 250 personas pueden comer holgadamente en unos salones que han llegado a sentar a más de 300.
En los fogones ofician dos corredores de fondo. Antón Aurrekoetxea es cocinero desde los 14 y su vocación se la debe a un cura de Durango que se dedicó a enseñar a guisar a muchos chavales de la zona que no querían estudiar para después colocarlos en restaurantes de todo el país. «Se llamaba Víctor Barrenetxea, seguro que muchos le recuerdan», apunta el pupilo, que ya peina canas. Le acompaña Javier Saavedra, curtido en fogones de la vieja escuela como el Goizeko Kabi, la Casa Vasca o el Gran Casino Nervión.
Ambos ejecutan con solvencia pescados y carnes a la brasa, amén de algunas recetas más engoladas destinadas a complacer al público de banquetes. Es el caso de unos hongos con foie, crema de patata, reducción de Pedro Ximénez y un nidito crujiente de piñones que demuestra un esmero en las presentaciones que va más allá de una austera cocina de producto. Sin embargo el conjunto distrae de lo importante: los hongos.
Más que aceptable la crema de calabaza con taco de bacalao y unos sabrosos pimientos asados en casa y correctas las anchoas a la sartén con refrito de ajos, aunque algo huérfanas de sabor. Lo mejor, el taco de solomillo a la brasa. Sin florituras: carne excelente y punto exacto. Bueno, eso y las inmejorables vistas del valle de Arratia, que brindan sin esfuerzo ese 'marco incomparable' capaz de hacer especial cualquier celebración.
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