
david de jorge
Viernes, 4 de octubre 2019, 09:24
En los años del cuplé viajaba a Madrid en el automóvil de mi padre soñando con todos esos manjares que la capital nos ofrecía a los forasteros que desde el resto de provincias acudíamos con apetito voraz y ganas de jota aragonesa. Pasábamos por Burgos rozando con los dedos aquella mole catedralicia con sus cimborrios, que yo imaginaba de dulce merengue recubierto de chocolate derretido, y era todo un espectáculo que anunciaba la hora feliz del almuerzo castellano con escudilla y cuchillo de sierra. Muy atrás quedaban las galletas Chiquilín del desayuno y se anunciaban felicísimos los festines que nos esperaban en la carretera, que imaginaba con la sugerente forma de morcillas fritas con huevos, pimientos asados y chorizos horneados en papel de estraza, lechazos de tierras de Castilla con patatas y lechuga y unas natillas de postre.
Publicidad
Dirección Ctra. Madrid-Irún km. 233.
Teléfono 947206860.
Precios Menú asador: 70 € (2 pax.). Menú parrilla: 90 € (2 pax). Cangrejos: 14 € (2 pax.). Lechazo al horno de leña: 38 €.
Los viajes de ida a los madriles iluminaban en mi estómago letreros de reluciente neón que me hacían salivar como un mastín del Pirineo y en los que se podía leer «Hotel Landa», «Casa Ojeda» o «Morcillas de Burgos, de venta aquí» en cualquier recodo de la carretera. El regreso los domingos por la tarde eran un verdadero bajonazo de saber que nos alejábamos de aquellos manjares tan extraordinarios. Cierto es que uno vuelve todavía hoy empachado de allá, pero dejando un huequecito para detenerse en Buitrago de Lozoya a tomarse un café cortado, en la lujuriosa tasca 'rococó' a pie de carretera junto a la estación de servicio de Boceguillas para meterse entre pecho y espalda una tortilla de patatas recién hecha con su torta de aceite o unas chuletillas refritas en sartén con sus ajos y un par de riñones colganderos.
Son las cosas de esta España cañí del siglo veintiuno, que nos sigue dejando boquiabiertos con esa capacidad de atraparnos a pie de carretera con ese desfile de luz y de color de restoranes, baretos, pabellones industriales, silos de grano y polígonos abandonados. Después de los camiones del amigo José María Aldaya, quizás sea Martín Berasategui el tipo que más veces sube y baja al año a la capital del reino. No duda jamás y a cualquier hora en detenerse en la Salida 232 de la A1 dirección Vitoria para dar buena cuenta de una oferta variadísima de asador, cafetería, hotel y tienda en el mismo punto kilométrico.
El lugar es inmenso y atesora espacio para desayunos, comidas, meriendas o cenas para todo un regimiento, cuidando a conciencia la oferta de todo lo que sale de cocina con un servicio eficaz y amable. Lo mismo da un pincho de tortilla que un bocadillo de jamón, una caña o un refresco con hielo y su rodaja de limón, uno siente las ganas de agradar de la casa y se echa a los brazos de lo que le conviene: un sueñecito reparador, el baño para desahogarse, la concurrida cafetería, la sala de juegos infantiles para lanzar a los niños a las colchonetas...
O ese regio comedor en el que a horas puntas encontrarán a una variopinta clientela poniéndose morada de chacina serrana, mollejas de cordero, lengua escarlata, platos de cuchara, cangrejos guisados, callos y los asados tradicionales de la zona, resueltos en dos hornos y una parrilla que escupen lechazos bien dorados y chuletas de vaca seleccionadas por el amigo Jesús, de cárnicas Guikar.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
El humilde y olvidado Barrio España: «Somos como un pueblecito dentro de Valladolid»
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.