

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Una tortuosa pista de hormigón conduce a la granja de cerdos de Unai Landeta, situada en un paraje boscoso en las laderas del Monte Avril. Allí prácticamente han desaparecido los ruidos del tráfico en la autovía del Txorierri y o de los polígonos industriales. Los animales aprovechan el sol de este verano sin sol para descansar cerca de sus 'dormitorios'. Contamos una docena de ellos, pero Unai advierte que hay muchos más, hasta 150, que campan libremente por un terreno acotado de unas 12 hectáreas. Son cochinos hermosos, de piel brillante, tan limpios que desmienten la fama, y viéndolos así, se diría que lentos, perezosos... pero no; cuando se activan, bien porque es hora de comer, bien porque quieren desaparecer de la vista del intruso, se mueven rápido.
Algunos se acercan a las enormes tolvas, donde se almacenan hasta 14 toneladas de pienso, o a las pilas de agua, que suministran de forma automática alimentación y refresco; otros siguen dormidos en los cubículos prefabricados. No tienen prisa, esa es su vida durante el tiempo que permanecen en la granja de Landeta, un joven criador de Zamudio adscrito a la marca Basatxerri que en algún momento de su vida pensó que podría dedicarse profesionalmente al cuidado de animales para carne (tiene también diez vacas y otras tantas terneras), pero por el momento compatibiliza esta tarea con el trabajo en una frutería.
Basatxerri proporciona a los criadores lechones de unos dos meses y poco más de 20 kilos, que luego se crían a base de piensos naturales y lo que encuentren en el campo. En las granjas permanecen unos cinco meses hasta superar los 120 kilos, momento en el que la propia entidad se encarga de recoger, sacrificar en el matadero de Zestoa y preparar los lotes. Todo ello se comercializa bajo diferentes marcas en función de las características del producto.
El género de Unai Landeta llega a los mercados bajo la etiqueta Urdetxe y lleva el label de calidad. Al margen de lo que vende directamente Basatxerri, el productor de Zamudio es un habitual en los mercados y ferias de la comarca, como la que se celebra cada primer sábado de cada mes en su localidad. Allí vende embutido, salchichas, patés... y trata de convencer a sus clientes de las bondades del género.
«Falta conciencia. La gente se ha acostumbrado a comprar chorizos a un euro en los supermercados y se sorprenden de que les pida 3,90 euros. Creen que es un capricho, pero yo les animo a ver que la forma de criar a los animales es diferente a la que emplea la industria; estos cerdos viven en libertad y no sufren estrés», explica Landeta. Las cuentas, en cambio, no le dan para cumplir su sueño de dedicarse a la cría de animales para carne, porque «los márgenes son ridículos y el precio del pienso ha subido».
Es lo que quiso desde niño, cuando su familia vivía en el caserío y más tarde, cuando compró los primeros cerdos para elaborar unos chorizos. Tampoco tiene margen para ampliar la cabaña, porque el número de cabezas está condicionado por la superficie que maneja cada criador. En su caso, las 12 hectáreas cedidas por la Diputación por un periodo de 25 años, protegidas por un doble cierre para evitar la visita de los abundantes jabalíes que patrullan las laderas de Monte Avril, no dan para más.
Pero esa no es su queja: «Las instituciones sólo apoyan a las grandes superficies y el crecimiento de la industria alimentaria está acabando con nosotros», se lamenta Landeta.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
El ciclista vasco atropellado en Alicante murió tras caer varios metros al vacío
Alejandro Hernández y Miguel Villameriel
Favoritos de los suscriptores
Noticias recomendadas
El ciclista vasco atropellado en Alicante murió tras caer varios metros al vacío
Alejandro Hernández y Miguel Villameriel
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.