Alfredo Alonso: «El cuidado de la tierra se resume en sentido común»

Hoy, Alfredo Alonso atiende la demanda de carne de unas 250 familias y, casi en solitario (con la ayuda ocasional de un sobrino), cuida de su ganado, que pasa el invierno alavés en ese pabellón tan grande que parece comerse la aldea de Villambrosa. El ganadero maneja 40 vacas de las razas limusín, pirenaica y fleckvieh, 14 yeguas y 80 ovejas, de cuyas crías (terneras, potros y corderos) obtiene la carne que suministra en persona a sus clientes. «Con el tiempo ya he aprendido a adivinar qué y cuándo me pedirá cada familia», asegura. La carne llega también a tres restaurantes de la comarca y Alonso quiere que se sepa cuáles se abastecen de reses criadas según métodos respetuosos con el medio ambiente: el camping de Angosto, Los Canónigos (Valpuesta) y Rosa (Nanclares).

Pero no sólo de ganado vive Zarainenea, la 'marca' familiar de Alonso, que cultiva avena, cebada, guisantes, habas, patatas o trigo; una parte para el consumo de los animales, otra para una cooperativa, mientras que unas 30 toneladas de trigo van a parar a los hornos de 15 panaderos. Hace ocho años decidió pasarse a las técnicas de producción ecológica –«la verdad es que no creía en eso»– y con el tiempo se ha convertido en un defensor a ultranza de una filosofía que, en el fondo, no deja de ser una apuesta por el pasado, por las herramientas antiguas, menos agresivas que los que se emplean en la industria agrícola.

«La transición a lo ecológico no es sencilla, todo requiere más atención, más tiempo. Las terneras, por ejemplo, se quitan en torno a los 13 meses, cuando en el sistema convencional van al matadero dos o tres meses antes. Al final todo se resume en tener sentido común, ver cómo puedes cuidar la tierra y que el ganado viva en mejores condiciones», explica.

Si se piensa en 250 familias pendientes del suministro, lo primero que viene a la cabeza es la pregunta de cuántas vueltas tiene que dar una persona que ya anda sobrecargada de trabajo en el cuidado del ganado, los pastos, la maquinaria, los sembrados... «El boca a boca funciona, no tengo web, eso está por hacer», subraya.

Pero lo que mantiene en pie a Alfredo Alonso es el entusiasmo y afirma sentir «cariño y pasión» por su tarea, de manera que el oficio pasa a ser algo más, una forma de vivir y de explicar a los demás por qué merece la pena proteger el campo.

Cada cierto tiempo organiza en Villambrosa una «sidrería» para clientes y personas que no lo son para que conozcan lo que es una explotación agrícola y ganadera, para que prueben el género. «Quiero que vean qué es esto, que comprendan que están comiendo carne de casa, de absoluta confianza, para despertar la conciencia de la gente. Nuestra forma de consumir ha cambiado una barbaridad en los últimos 60 años y es preciso volver a algo parecido a aquello», concluye.