Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Es un fruto tropical y, normalmente, cuando vamos a la tienda, el origen más cercano está situado, según la etiqueta, en la costa tropical andaluza. Pero árboles de aguacate hay diseminados por otros muchos lugares, incluida desde hace ya años la costa cantábrica y no ... solo en comarcas que presumen de microclima. Alguien algún día decidió probar a ver qué pasaba si plantaba un par de estos arbolitos en su terreno –en Arrieta, en Gatika, en Muskiz, por ejemplo– y lo que pasó es que terminó teniendo frutos para compartir con los amigos y, luego, para vender.
Rafa García empezó más o menos así, como tantos otros: probando. Le hicieron gracia los aguacates, le gustó su sabor y quiso llevarlos hasta su terreno en Alonsotegi. Lo que en 2019 era casi un experimento, en agricultura ecológica además, ahora es ya una plantación que da tanto fruto como para llevarlo a algunas tiendas de confianza. Más de 200 árboles tiene ya. Y sigue haciendo pruebas, injertando, preguntándose cuál se dará mejor y aguantará, sin problemas, la humedad de este terreno en ladera del barrio de San Martín. En un extremo de la plantación, algunos árboles separados del resto le sirven para ilustrar lo que va aprendiendo: las flores, la resistencia, los tipos.
Una cosa sí que tiene clara este jubilado que ahora se dedica a vigilar el crecimiento de los aguacates: «Da menos trabajo que los kiwis», se ríe. Y es que el kiwi, un producto tropical que por aquí se da mucho desde hace también un tiempo, requiere poda anualmente y el árbol del aguacate, no.
–¿Qué necesita este cultivo?
–Sol y agua. Buena tierra. Y eso lo tenemos aquí. El verano pasado fue muy seco y eso no les sentó bien. Aquí tenemos que regar por la noche, cuando hace más fresco. Si no llueve, como ha estado ocurriendo esta primavera, tenemos dos depósitos de agua recogida de las lluvias anteriores para darles.
Lo siguiente es hablar de variedades. García ha decidido tener la mitad de la producción de Hass. Normal, porque es la más habitual y conocida en los mercados y está disponible todo el año; es la del fruto pequeño (hay variedades de aguacates gigantones, de más de un kilo), de piel rugosa y oscura, de hueso no muy grande. «Es muy sabroso por sus materias grasas. El sabor es intenso y como a fruto seco al final», explica el ya experto productor, que, ante esa pregunta que se hacen tantos consumidores sobre cómo lograr la maduración óptima –y esos sabores de los que él habla, de la avellana al piñón–, tiene una respuesta clarísima: «Una semana dentro del horno». Apagado, se entiende. Ahí encerrados, los aguacates «maduran por efecto del gas que ellos mismos sueltan» y a la hora de comerlos se podrá apreciar la diferencia.
Otros conocidos son el Reed, casi completamente redondo, «de piel verde y lisa», un poco más grande; el Bacon, que tiende a una forma ovalada, con una piel fina y de color verde intenso que se retira fácilmente; el Fuerte, «de una forma parecida, pero con cuello», brillante y verde por fuera y de pulpa mantecosa; Light, Criollo, Lamb Hass... Hay todo un mundo, y desde que García se metió de lleno en él, y trajo sus plantas de Málaga, no ha parado de experimentar. Por ejemplo, con Zutano, menos conocido por aquí porque como el hueso es muy grande y la cantidad de pulpa es pequeña, no se comercializa. A él le sirve como árbol base para realizar después los injertos de Bacon o Hass, «que dan más fruto y lo dan antes». Pueden permanecer en el árbol hasta un año y su vida productiva puede llegar hasta las tres décadas. Así que en Alonsotegi hay aguacates ecológicos para rato.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.