Ha sido una de las palabras de moda durante la pandemia: reinventarse. Nos hemos hartado de escuchar que el futuro de restaurantes y bares sólo podía pasar por la reinvención dentro de la 'nueva normalidad'. Sin embargo, a medida que vamos regresando a ellos lo ... que descubrimos es que la inmensa mayoría no muestran ninguna gana de reinventarse. En mis primeras visitas tras la reapertura, limitadas por cuestiones obvias sólo a Madrid, lo que estoy encontrando es más de lo mismo. El mismo producto, la misma carta, la misma filosofía de trabajo, el mismo estilo de servicio… Como únicas excepciones, el cumplimiento de las normas sanitarias que impone el riesgo de rebrote del coronavirus: camareros con mascarillas, distancia amplia entre mesas, o cartas que en lugar de papel se presentan en un código QR. Añadan, si quieren, la incorporación de una oferta de comida a domicilio como complemento del negocio. Pero en ninguna de estas cosas existe reinvención alguna, simplemente la necesidad de adaptarse a unas circunstancias excepcionales. Y la misma tónica veo en los anuncios de reaperturas que se registran por toda España.
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¿Dónde está entonces la reinvención? Aquellos que funcionaban bien antes de marzo no lo necesitan. Al menos eso parece viendo los llenos diarios que registran. Los que tendrán que hacerlo son quienes ya tenían problemas antes de la pandemia. Pero esos habrían tenido que reinventarse de cualquier forma. Cierto que, por el momento, se han reducido comidas de negocios y similares, pero la gente ha salido con tantas ganas tras tres meses de encierro que suple con creces, en comidas privadas, esa disminución. Está claro que la situación económica es preocupante, y que lo será aún más en los próximos meses, pero a este tipo de crisis están acostumbrados ya nuestros hosteleros, capaces de adaptarse a cualquier circunstancia. Insisto en que adaptación no es reinvención. En las notas de prensa que recibo estos días se habla mucho de «cambio». Pero reabrir (felizmente) un restaurante con los mismos platos y la misma línea de trabajo no es cambiar, es seguir o reanudar. Cambiar para que todo siga igual. En cualquier caso, bienvenidas sean las reaperturas y la vuelta a la (casi) normalidad. Pero no a una nueva, sino a la de siempre, la que nos gustaba y nos gusta.
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