Una de las cosas que peor he llevado en estos meses de confinamiento ha sido no poder ver el mar. El Cantábrico. Vivo en Madrid, pero necesito verlo y olerlo lo más posible. Como me imagino que les ha ocurrido a todos ustedes, el final ... del obligado encierro me ha provocado el 'efecto champán', salir con ganas de disfrutar al máximo de todas esas cosas que siempre han sido normales en nuestra vida. Salir para gastar lo que no pudimos en los días de cuarentena y apoyar así al comercio, especialmente a esos bares y restaurantes que tan mal lo han pasado.

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No quiero nueva normalidad, quiero la de siempre. Volver, como he hecho estos días, a comer en mis sitios favoritos, o descubrir otros, porque a pesar de los pesares sigue habiendo emprendedores con ganas de seguir adelante y abrir nuevos negocios. Como los hermanos Sandoval con su Coquetto Bar en Madrid o como Dani García con su Leña en Marbella.

Viaje a Asturias

Primero, al no poder salir de la provincia, cenando en la terraza de Kasanova con su oferta de pizzas y champán; con una sesión de marisco, y de la imprescindible ensaladilla, en el veterano Rafa; saboreando la estupenda cocina andaluza de La Malaje en su recién estrenado local de la Plaza de la Paja; o sentado en la barra de Ikigai para quitarme el mono de sushi con los niguiris de Yong Wu.

Y, al abrirse las 'fronteras', ese viaje al norte, a Asturias, para el necesario reencuentro con el Cantábrico. En ese encantador pueblecito pesquero que es Puerto de Vega, donde murió Jovellanos y que fue, en tiempos, un importante puerto ballenero. Ya no llegan los barcos con ballenas, pero sí con bonitos y con otros muchos pescados y mariscos. Allí, en el Mesón Centro, Mary y Mon nos sacaron unas andaricas descomunales antes de los calamares en su tinta y de los fritos de merluza, regado todo con champán, que en esa casa también se bebe muy bien.

Y en el mismo puerto, La Marina, donde Manuel y Luján nos prepararon un plato de buen pulpo de la zona, salpicón de centollo, salmonetes de esos que por sabor y por tamaño sólo se encuentran en el Cantábrico , o el primer rollo de bonito de la temporada recién estrenada. Por fin ha vuelto la (casi) normalidad.

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