MALOS TIEMPOS PARA LA CARNE
Carlos Maribona
Viernes, 7 de febrero 2020, 13:42
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Carlos Maribona
Viernes, 7 de febrero 2020, 13:42
No corren buenos tiempos para la carne. Esas minorías animalistas que intentan imponer a la mayoría sus absurdas teorías van cogiendo protagonismo al amparo de una clase política que da más valor a estos segmentos minoritarios que a las costumbres ancestrales de nuestra sociedad. Le ... pese a quien le pese, el ser humano ha sido siempre carnívoro. Son muy respetables las ideas de quienes prefieren abrazar la fe vegetariana en sus muy distintas escalas, pero de ahí a que unos cuantos activistas radicales pretendan imponernos sus creencias hay un abismo.
En este mundo de Walt Disney que prima a los animales por encima de las persona no va a resultar fácil que podamos sobrevivir aquellos que pensamos que esos animales están a nuestro servicio, y no al revés. El hombre los domesticó y crió para alimentarse, para obtener las proteínas necesarias para su subsistencia. En otros lugares del mundo, más pobres, tuvieron que recurrir a los insectos, pero eso es otra historia.
En estos tiempos en los que esas minorías tratan de imponer lo que está bien y lo que está mal, lo que debemos comer y lo que no, es bueno romper una lanza por la carne de vacuno. Y por su leche. Porque resulta que no, que beber leche no es explotar a unas pobres vacas indefensas. Si no se pudiera comercializar esa leche, las vacas, sin nadie que las críe, desaparecerían. Me hacía estas reflexiones en la presentación que José Portas y Carlos Rondas, propietarios de Discarlux, una de las más importantes empresas cárnicas españolas, hacían de su proyecto Fisterra Bovine World.
Un experimento por el que durante dos años se han criado en las mismas condiciones vacas de trece razas diferentes provenientes de todo el mundo. Animales de gran pureza y edad semejante, enfrentados a la misma alimentación y al mismo entorno de vida en una finca rural gallega, con pastos naturales, cerca de Finisterre. La idea era conocer cómo afecta a la calidad de la carne de diferentes razas una alimentación y una crianza similares.
A falta de catarlas, el pasado lunes pudimos examinarlas visualmente. Hubo unanimidad en que la mejor de todas, por aspecto, capa de grasa, infiltración y color, era la vaca maronesa procedente de Portugal. En el resto hubo menos acuerdo. Para mí, la rubia gallega y la sayagüesa presentaban un magnífico aspecto. La primera es más conocida y valorada, mientras la segunda, originaria del suroeste de Zamora, está en peligro de extinción. Me van a perdonar los animalistas, pero sin iniciativas como estas las vacas sayagüesas desaparecerían, porque se crían única y exclusivamente para alimentar al hombre, y sin esa finalidad no tendrían razón de ser.
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